CIUDAD DEL VATICANO (AFP) - La renuncia del nuevo arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus, quien ha reconocido haber sido ex agente de la policía secreta comunista polaca, supone un inédito paso atrás para Benedicto XVI, un mes después de haber nombrado al prelado polaco para el prestigioso cargo del país natal de Juan Pablo II.
Este escándalo es tanto más problemático para el Papa cuanto que ha estallado en el país de su predecesor, Juan Pablo II, cuya popularidad entre los polacos se apoyó en la lucha sin cuartel contra el comunismo. Y sale a la luz menos de tres meses después de la crisis provocada por las declaraciones de Benedicto XVI sobre el islam en Ratisbona (Alemania).
La dimisión de monseñor Wielgus y su aceptación por parte de Joseph Ratzinger fueron anunciados en un comunicado de la nunciatura apostólica de Polonia, difundido simultáneamente ayer en Varsovia y el Vaticano.
El suceso es una primicia en la historia moderna de la Iglesia Católica.
En los últimos años, los pocos obispos que fueron relevados de su función, como el francés Jacques Gaillot (1995), u obligados a la dimisión, como el cardenal norteamericano Bernard Law (2002), lo fueron debido a su comportamiento durante su cargo: uno por indisciplina y otro por mala gestión del escándalo de los sacerdotes pederastas.
Esta renuncia, aunque permite aplacar una crisis peligrosa para la Iglesia de Polonia, muy dividida, puede debilitar en este país a Benedicto XVI, que tendrá que cargar con la responsabilidad del nombramiento de monseñor Wielgus.
"Toda su confianza"
El 21 de diciembre, cuando empezaron a filtrarse informaciones sobre el pasado del prelado, un comunicado del Vaticano dijo que el Papa tenía "toda su confianza en monseñor Stanislaw Wielgus" y "tomó en consideración todas las circunstancias de su vida".
El viernes, tras la publicación de los resultados de la investigación de la Iglesia Católica polaca sobre las relaciones de monseñor Wielgus con la ex policía secreta, el Vaticano seguía remitiendo a la prensa a la declaración del 21 de diciembre.
En la práctica, el nombramiento de Wielgus, como el de todo obispo, fue propuesto al Papa por el nuncio apostólico del país en cuestión, en este caso Polonia, después de consultar con el episcopado local.
Es difícil imaginar que el primado de Polonia, el cardenal Jozef Glemp, no haya dado su autorización al nombramiento del que iba a sucederle en Varsovia.
Además, monseñor Glemp acudió ayer a socorrer a Wielgus afirmando que fue juzgado "con base en trozos de papel, copias de copias".
El 25 de mayo de 2006, durante su viaje a Polonia, Benedicto XVI llamó al clero polaco, afectado por las revelaciones sobre el pasado de algunos de sus miembros, a "guardarse de la pretensión de erigirse con arrogancia en jueces de las generaciones precedentes".
"Solución adecuada"
Ayer, el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, explicó que las revelaciones sobre Wielgus por una "venganza" contra la Iglesia polaca por parte de "sus antiguos perseguidores".
Sin embargo, el padre Lombardi reconoció que "el comportamiento de monseñor Wielgus durante el régimen comunista comprometió gravemente su autoridad" y que "a pesar de un humilde y emotiva demanda de perdón", su dimisión es "una solución adecuada".
