LONDRES (DPA/AFP) - La escuela Quintin Kynaston, en el barrio londinense de St. John's Wood, no es normalmente un lugar donde se cocinen los grandes asuntos políticos.

Pero fue en el hall de esta institución, rodeado de alumnos y maestros, donde el premier británico, Tony Blair, hizo ayer el anuncio que toda la nación esperaba desde hacía días: dejará el cargo dentro de un lapso de 12 meses.

Al premier, de 53 años, no le fue fácil su aparición ante las cámaras de televisión. "Hubiera preferido hacer las cosas a mi manera", dijo Blair evidenciando conmoción en su tono de voz.

Blair, quien cumplirá en mayo próximo 10 años en el poder, fue obligado a romper el silencio luego de dos días de tormenta política en el seno de su partido. "El próximo congreso anual, dentro de dos semanas, será el último al que asista como líder" del Partido Laborista, dijo Blair, confirmando las sospechas de que dejaría el poder antes de setiembre de 2007. "En este momento no voy a dar una fecha precisa, no creo que sea lo correcto. Lo haré en un futuro, en el interés del país y dependiendo de las circunstancias del momento", dijo Blair.

Hacía tan sólo ocho días había dicho que no emitiría una palabra más sobre su futuro político, pero los acontecimientos de la última semana no le dejaron alternativa.

El conflicto sobre su retiro del cargo evolucionó en una "severa crisis", tal como señaló el periódico "Daily Mail", y hoy por hoy Blair ya tiene un pie fuera del gobierno, una sensación que irá paulatinamente en aumento.

Blair podría haber resistido la renuncia -concretada el miércoles- de ocho funcionarios gubernamentales, quienes exigieron su dimisión inmediata.

Con excepción del secretario de Estado en el Ministerio de Defensa, Tom Watson, son todos laboristas de segundo rango que no desempeñaban un papel de gran importancia en el gobierno.

Pero el principal escollo gira en torno al ministro de Finanzas, Gordon Brown. Ya en 1994, cuando ambos laboristas integraban las filas opositoras y se reunieron en el restaurante "Granita" de Londres para diagramar su futuro político, Blair había prometido a Brown que sería su sucesor. Desde entonces, una y otra vez Brown se vio relegado, pero en esta oportunidad reclamó a Blair un calendario claro de retirada.

En un aparente intento conjunto por calmar las tensiones Brown, acusado de haber orquestado un "golpe" contra Blair, dijo que apoyaría cualquier decisión del primer ministro. "Lo apoyaré en cualquier decisión que tome", dijo el ministro. Pero uno de sus principales aliados mostró su escepticismo. "No me parece que el público sepa nada nuevo ", dijo el legislador laborista Doug Henderson.

En Londres se barajó gran cantidad de fechas sobre cuándo tendría lugar el cambio de mando. Como variante probable, se señala que Blair cumplirá en el 2007 los diez años en funciones y dejará entonces el escenario político. Pero el ala izquierda del partido, que reprocha a Blair su fidelidad a EE.UU., presiona para que se antes.

El premier aclaró ayer dar una fecha exacta no redundaría "en el interés del país". Más allá de ello, es interesante lo que no dijo: no mencionó siquiera una vez a su ministro de Finanzas por ejemplo. En el entorno de Blair hay una creciente fracción que quiere impedir el ascenso de Brown; entre ellos la "primera dama" Cherie Blair.