NEUQUEN.- La tarde del 12 de febrero de 2001, el canillita Rubén Arias se prendió fuego cuando el grupo de choque de la policía provincial se aprestaba a desalojarlo de una casa que había ocupado en un plan de viviendas, lo mismo que otros vecinos del barrio Confluencia.

Arias, de 31 años, se había rociado con nafta y llevaba varias horas amenazado con prenderse fuego. Lo hizo apenas la policía llegó dispuesto a todo. Tenía un encendedor en la mano y salió cayó en la vereda, en llamas, sin que en los inmediato nadie atinara a hacer algo.

"Lo hice por mi familia", le dijo el diariero a un camarógrafo luego de ser 'apagado' con un frazada. Arias murió dos días después en la sala de terapia intensiva del hospital Castro Rendón. Su muerte provocó un estallido social en Confluencia, donde los vecinos exigieron y lograron que las casas que el Instituto Provincial de Vivienda y Urbanismo de Neuquén había construido allí fueran para la gente del barrio. (AN)