NEUQUEN (AN).- Francisco González tenía 8 años cuando comenzó la Guerra Civil española, el 17 de julio de 1936. Pero los recuerdos aún están frescos. "Parece que fue ayer. Es una cosa tan terrible", advierte.
Francisco dice que en su pueblo natal, Ponferrada, provincia de León, no hubo combates entre nacionalistas y republicanos. Pero sí persecuciones contra los defensores de la República, porque era la retaguardia.
Relata que en noviembre de 1937 se enteraron de que había fusilamientos de republicanos en el cementerio y fue a verlos, con unos amigos. La escena quedó grabada en su memoria.
"Había un paredón alto y nos asomamos un poco -cuenta-. Había muchachos de 19 ó 20 años en fila, siempre lo tengo presente, y les dispararon. Entonces uno de los muchachos se levantó y le gritó al capitán ¡tira de vuelta, cobarde! El capitán se acercó y le disparó en la cabeza".
Afirma que había que cuidarse mucho de hablar, porque se denunciaban hasta entre familiares. "Había que confesarse en forma obligatoria y había que incorporarse a la falange, si no eras comunista", asegura.
A los 9 años se enfrentó con Francisco Franco. No con el general en persona, sino con un retrato. Dice que estaba en la escuela jugando con unos pedacitos de pizarra y quebró por casualidad un cuadro de Franco que colgaba en el aula. Fue expulsado y nunca más retornó a la escuela.
Francisco fue desde los 12 años carpintero. Pero en su pueblo la actividad económica era la agricultura y la minería.
Todavía lamenta el racionamiento de la comida que padeció la población tras la guerra. "Cruzaba a nado el río y conseguía pan, en otro pueblo. El contrabando estaba prohibido, pero a mí no me agarraban porque pensaban que estábamos jugando", señala.
En la posguerra perteneció durante 33 meses al Ejército. Emigró de España en 1955 rumbo a Argentina, vivió 25 años en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires. Se casó y es padre de 3 hijos. Uno de ellos regresó hace 5 años a Madrid.
Francisco volvió a España en 1970 y en 1997. Sostiene que quedó asombrado porque "para la gente era como que se había borrado todo. Nadie se criticaba por lo de la Guerra. Con mis seis hermanos jamás hablamos de política", admite. Durante el segundo viaje a España observó que "la gente no parecía la misma".
Francisco se siente identificado con el socialismo, pero advierte que "los extremos soy muy bravos". Y considera que el pueblo español "maduró, porque, en verdad, nadie es mejor que el otro".
