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Martes 04 de Julio de 2006
 
Edicion impresa pag. 68 > Cultura y Espectaculos
Un cierre inolvidable en la Fundación
Con éxito en las taquillas y en la organización, el cuarto Festival de Percusión continúa creciendo
Víctor Mendoza cerró con su toque latino, a pura fiesta, el Cuarto Festival Internacional de Percusión de la Patagonia.
Víctor Mendoza cerró con su toque latino, a pura fiesta, el Cuarto Festival Internacional de Percusión de la Patagonia.
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ROCA.- Otra vez y como el año pasado, llegó el momento más esperado de la semana. Un fin de semana que quedará en la memoria de todos. Se volvieron a presentar todos los solistas invitados, y lo hicieron junto a las orquestas estables de la Fundación Cultural Patagonia.

Porque el éxito de esta cuarta edición del Festival Internacional de Percusión de la Patagonia fue absolutamente de todos, dijo el sábado por la noche Angel Frette, director artístico del Festival.

Destacó el incondicional apoyo de Norberto Rajneri, rector del Instituto Universitario Patagónico de Artes (IUPA) y presidente de la Fundación, para llevar adelante el Festival y no se olvidó de agradecer a ninguno de los que hicieron posible que este extraordinario encuentro esté a la altura de cualquier Festival en el mundo, un concepto que señaló insistentemente Víctor Mendoza en cada presentación.

El balance es más que positivo, aulas y conciertos llenas hablan de una de un espectáculo que nació como una propuesta para transformarse ya en una necesidad.

 

Genio y figura

 

El brillante músico volvió a deleitar en talento y generosidad. Con un Auditorio desbordado, el maestro Víctor Mendoza, junto al Grupo de Jazz de la Fundación Cultural Patagonia, improvisaron un cóctel de jazz y música latina para una platea viva y con ganas de pasarla bien.

La noche del sábado fue un encuentro entre amigos, y quien mejor que Víctor Mendoza para animar esos momentos.

Mientras interpretaba emocionado, obras propias y ajenas, dejaba en claro por qué volverá siempre a este lugar.

Nunca se olvidó de dedicar el concierto a todos, en especial a "su amigo de borracheras" Angel Frette y a los que organizaron el Festival, especialmente a sus queridos anfitriones del hotel de la Fundación.

A medida que el ambiente iba creciendo, en músicos e invitados, y en gente bailando sobre el escenario, los temas se prolongaban por horas.

Nunca le faltó tiempo para recordar su devoción por el país, el maestro Mendoza decidió poner en su vibráfono, de cara al público, un cartelito que rezaba su amor por la Argentina. Un grande.

El final se acercaba y como el año pasado, cerró con una balada bien latina, bien roquense, recordó "Como dulce de pera", un canto que tarareó toda la sala en un cierre conmovedor.

El cierre del Festival encontró a la gente entusiasmada, y si no fuera por la necesidad de contar con una pista de baile, esta fiesta de ritmos, músicas y géneros, hubiese terminado en un desmadre de proporciones caribeñas.

 

MARTIN VALBUENA

 
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