- Landajo, ¿cómo conoció a "Cholo" Alenci?
- Fue a principios de diciembre del ´55, en Caracas. Mi general Perón me había pedido que iniciara algunas investigaciones en esa ciudad. Alenci estaba alojado en el hotel "El Nacional", donde yo también me alojé a instancias de (Isaías Medina) Angarita. Alenci aparecía en ese hotel muy vinculado a militares antiperonistas relacionados con el golpe del ´51, el golpe de Menéndez contra mi general Perón. Mi general me había pedido que averiguara qué estaban haciendo esos muchachos revoltosos en ese lugar... Nos había llegado la información de que se estaba programando un atentado contra mi general. Por esos días, ya habían pasado por Caracas algunos militares de la Libertadora. Buscaban convencer a Perón de encabezar un movimiento similar al que había sido aquí el lonardismo, que para ese diciembre ya había sido sacado del gobierno. Eran militares nacionalistas, católicos... Mi general los sacó carpiendo.
- ¿"El Nacional" resumía poder?
- Sí, estaba en la zona llamada "El Silencio". El hotel era frecuentado por gente del poder: iban el presidente Marcos Pérez Jiménez, empresarios... Arriba, en el último piso, compartían sus actividades "las chicas" que vivían en el octavo y noveno piso... eran las que frecuentaban a Pérez Jiménez y a todo su gabinete. Y bueno... una de las chicas me presentó casualmente a un señor "Martínez de Hoz".
- ¿Era Alenci?
- Sí, pero en ese momento yo no lo tenía como Alenci, sino como Martínez de Hoz. Despotricaba contra mi general y estaba vinculado con el grupo de militares que espiaban a mi general.
- A partir de ese momento y desde el hecho de que usted comienza percibir cómo funge todo ese grupo, ¿Cómo comienza a encuadrar o definir a Martínez de Hoz o Alenci?
- Y... lo empiezo a mirar como un espía de la "Liberticida" (Libertadora)...
- Según lo publicado en un libro de Felipe Pigna, ese encuentro se produce el 1 de diciembre del ´55.
- Sí, sí... Yo recién llegaba.
- Usted me decía que este señor Martínez de Hoz comenzó a "despotricar mucho contra mi general Perón". ¿Ese estilo era constante en este Martínez de Hoz cuando se hablaba de Perón?
- Constante.
- ¿Qué hacía usted, un hombre de entrega terminante a Perón, cuando escuchaba esas críticas?
- Escuchaba, yo escuchaba... La misión que me había ordenado mi general era clara: filtrar, hacerse el gil y filtrar.
- ¿Usted qué sospechaba de esa amalgama de militares antiperonistas, Alenci, etcétera?
- Mi general era el que sospechaba. Yo tenía que averiguar en qué andaba toda esa, esa...
- ...esa runfla.
- ...esa runfla, esa gente. "Cholo" tenía relaciones con las chicas que estaban en el hotel, entre las cuales había varias argentinas que se hacían pasar por brasileñas. Una era Thelma. "Cholito" despotricaba tremendamente contra Perón e incluso decía que estaba dispuesto a matarlo. Todos ellos, los militares y Alenci, querían matar a
Perón. Matarlo. Y bueno... yo informo de todo esto a Perón.
- ¿O sea que para ese tiempo Perón sabe que puede estar en la mira de Alenci? (ver recuadro)
- Sí, sí. Lo tenía bien dateado a mi general.... Y bueno, en un momento dado yo regreso a México, donde vivía y donde trabajaba de periodista en el diario "Novedades de México", que era del ex presidente de ese país, Miguel Alemann. Renuncié al diario y me despedí de mi madre, que vivía ahí. Había decidido trabajar de lleno con mi general. Cuando regreso a Caracas, me encuentro con la novedad de que Martínez de Hoz ya no era Martínez de Hoz sino "Cholo" Alenci. Seguía viviendo en el hotel "El Nacional", y si bien yo me alojaba en otro lugar, nos encontrábamos porque él se había hecho amigo de un personaje que en un momento dado estuvo muy cerca de mi general Perón: Rodolfo Martínez, "Martincho", un tipo dedicado a la venta de caballos, futbolistas, a la noche y a las chicas.
- ¿Cafiolo?
- Algo de eso... Alenci y "Martincho" frecuentaban mucho la noche, tenían amigas que les respondían y, a su vez, esas mismas chicas, al saber que yo estaba con el general, me contaban a mí lo que pasaba en ese mundo. Yo tenía que cumplir mi misión y la cumplía: defender a mi general.
- ¿Alenci lo vio a Perón en Caracas?
- Sí. En una oportunidad me dijo que lo quería conocer. Hablé con mi general. Y se reunieron.
- Dado que Perón estaba en la mira, ¿no puso reparos?
- Mi general era de estilo directo, campechano, frontal. Yo le expliqué de quién se trataba y bueno.... "Que venga nomás, que venga. Si tiene intenciones de matarme, bueno, que me mate. Y si tiene intenciones de charlar conmigo, charlamos". Y así se armó el encuentro. Alenci llegó con otro argentino que estaba vinculado a la exportación de manzanas y peras argentinas. Se llamaba... se llamaba... no me acuerdo.... ya me voy a acordar (N.de R: a lo largo de los distintos contactos mantenidos, Landajo jamás pudo acordarse de apellido de ese argentino). Lo concreto es que querían traer fruta argentina a Venezuela y mi general les dio una mano hablando con el ministro de Relaciones Exteriores, José Luís Galán. Creo que hicieron algunas operaciones. Y bueno... Alenci y mi general se vieron en dos o tres oportunidades más.
- ¿Estamos en el ´56?
- Sí, sí.
- ¿Durante ese año usted se seguía viendo con Alenci?
- Sí, sí... Recuerdo que en un momento dado él deja "El Nacional" y alquila un departamento con otra chica que había llegado de Argentina y que yo la conocí en un vuelo... La chica venía a Venezuela para trabajar, hacer un poco de plata.
- ¿Recuerda el nombre?
- Yo la conocí como Raquel. Era rubiecita. En Buenos Aires, vivía en Belgrano y me contó que había estudiado en el Colegio de Nuestra Señora de la Misericordia.
- Clase media alta.
- Sí. Alenci y ella pusieron un departamento, pero al poco tiempo ella se fue y su lugar fue para Thelma, mendocina, que se hacía pasar también por brasileña. En cierta manera también era informante nuestro, como también lo eran las chicas cubanas que estaban en todo ese mundo.
- Según el relato que usted escribió sobre aquellos años, en un momento dado Alenci cae preso (ver recuadro) ¿Por qué va preso?
- Por ese tiempo Alenci tuvo un problema con otro argentino y lo llevaron preso...
- ¿Qué problema?
- No recuerdo. Fue entonces que a través de un amigo, Alenci le pide a mi general que, si puede, lo ayude. Y lo ayuda. Mi general habla con Pedro Estrada, director de Seguridad Nacional del gobierno de Pérez Jiménez y Alenci queda en libertad. Agradeció la gestión. Salió en libertad y alquiló un departamento en un edificio en el que mi general había vivido antes, el "Jos Mary". Ahí vive con Thelma, y bueno... si mal no recuerdo, fueron los últimos contactos que tuvimos con Alenci.
- Pero Perón se queda en Venezuela...
- Sí, claro, nos vamos recién cuando Pérez Jiménez es derrotado, en el ´58.
- ¿Y Alenci?
- Alenci se queda.
- ¿Volvió a ver a Alenci en Argentina?
- No, la última vez que lo vi fue en Venezuela. Pero con los años, viviendo yo en Argentina leí, quizá en "Siete Días", un reportaje a Alenci donde se decía que era un hombre muy importante de Río Negro.