Domingo 13 de julio de 2003

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En Picún, la vida cotidiana de los vecinos está pendiente de "Polito" Avalos

Confían en que "haya perdido la memoria".

Cuentan que es buen amigo y un alumno ejemplar.

PICUN LEUFÚ (Enviado especial).- El pueblo donde el viento hacía su fiesta tiene un diseño circular. Así, lo que parece lejano al forastero es inmediato para los vecinos, que simplifican cualquier recorrido con la lógica de quien conoce el paño. Ha de estar también ahí, en el ingenioso trazado urbano, el secreto para que todos se conozcan. En este particular escenario, donde el lobo tendría mil y una alternativas para engañar a Caperucita, la gente es mansa y noble, los lazos solidarios son fuertes y la ausencias se notan Desde hace tres semanas, centenares de vecinos baten palmas y giran por las calles donde sobra el polvo. Como nunca, están unidos en busca de explicaciones, mientras las ilusiones y los deseos se trenzan fiero con la convicción de que puede llegar una noticia peor.

Aquí, Sergio Daniel Avalos, de 18 años, es simplemente Polito, y Polito es parte de todos.

El nombre y la cara de Sergio ganan cada uno de los espacios libres. El chico es uno en una veintena de jóvenes que emigró para seguir la universidad o un terciario. Neuquén fue el principal destino. La capital está mucho más lejos que los 170 kilómetros que indican los carteles verdes en la ruta 237.

Por estos días, la cara amable de Sergio Polito Avalos, espía a sus 4.000 vecinos desde todos los rincones imaginables. "Ayudanos a encontrarlo!", imploran las leyendas.

"A Polito ¿qué le puede pasar a Polito? A Polito no le puede pasar nada ¿Qué pudo haber hecho? Polito no puede hacer nada malo a nadie", juega con las palabras Heber Carrasco, de 19 años.

 "Somos re-distintos. Es más bueno que el pan, me podrían decir que a cualquiera le pudo pasar algo, pero menos a él ¿Me entendés?", vuelve Heber a preguntar.

Cuentan los vecinos, y los profesores que Polito es un fenómeno de pibe. Humilde y callado, estudiante ejemplar -brillante en las ciencias exactas-, compañero ideal y muy buen amigo de todos su amigos. En Picún no se perdía ninguno de los muchos asados con los que los chicos suelen coronar los fines de semana, y gastaba pavas y pavas de mate hablando bajo con su amigo de siempre, Luciano Checa. Los pibes, el Luchi y Polito, eran carne y uña, totalmente sintonizados a pesar de un mar de diferencias a la vista.

Desde el vamos resultaba llamativo verlos juntos, Luciano mide un metro ochenta y seis y Polito uno con sesenta. El primero es rubio y Sergio morocho.

Uno es extrovertido ("un payaso", define su mamá) y el otro todo lo contrario. Checa es de Ríver y Avalos de Boca.

Los recuerdos más fuertes son los del año pasado, cuando los chicos cursaron el quinto año en el Centro Provincial de Educación Media 16 de Picún Leufú.

"Mi hijo siempre fue medio vagoneta, 'el rey del siete' le decíamos en casa, cuando tenía una prueba medio brava y le preguntaba cómo le había ido se reía y decía 'bien porque Polito se sentó al lado', así eran los chicos", afirma María Monedero de Checa, la mamá de Luciano. La mujer está herida e indignada

 El papá de Sergio, Asunción Avalos, es formoseño y telegrafista. Estuvo a carg del correo del pueblo hasta que la privatización ajustó y redujo personal. El hombre, además de Polito, tiene cuatro hijos: Marcelo, Eve, Mercedes y Carla. Al mayor le decía Polo y de ahí el apodo que se adhirió al menor de los Avalos.

"Todos muy buenos estudiantes, muy aplicados y muy respetuosos, creo que Polito es el que más se destaca, siempre estuvo en el grupo de la bandera", afirma Ricardo Sánchez, mucho más que el asesor pedagógico del CPEM 16. Por un problema en el codo izquierdo, Polito nunca tuvo gran participación en las actividades deportivas pero -afirma su profesor de educación física- "tenía una gran resistencia y cumplía con todo".

Aún sin jugar mucho al fútbol al vóley (el deporte que ha hecho historia en el pueblo) Sergio siempre participó de todos los eventos, e iba a mirar los partidos acompañando a sus amigos. Un clásico eran las competencias en el gimnasio, el lugar por donde pasa buena parte de la vida social de Picún Leufú Algunas tardes, bicicleta, mochila, caña e inflador iba a pescar pejerreyes y truchas al lago Ezequiel Ramos Mexía, a unos siete kilómetros del centro del pueblo.

Los amigos y conocidos relatan que, de tan tímido, cuando se ponía nervioso Sergio tenía un gesto que podría confundirse con una sonrisa. Piensan que ese tic (como el que se le adjudica a Omar Carrasco) pudo violentar a alguien y que ese alguien... Las elucubraciones siguen y con más ganas que elementos algunos vecinos opinan que quizá un golpe en la cabeza la provocó amnesia y que Polito anda por ahí sin saber de su historia.

Las anécdotas se repiten, todos tienen necesidad de decir algo sobre Polito, su imagen gira por todo los recovecos del pueblo circular, donde lo esperan y lo quieren más que a cualquier estrella. Todo es cercano, aún para el forastero. En la humilde casa de los Avalos -la número 18 del barrio Cimalco-, su mamá Margarita sólo alcanza a decir que intenta como puede sobrellevar la pesadilla. El cronista no se anima a hacer consultas, tampoco sabría qué preguntar.

 

Rodolfo Chávez

rchavez@rionegro.com.ar

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