Lunes 10 de marzo de 2003 | |||
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Los mercados ya les temen a las consecuencias de una guerra |
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Para los analistas los efectos dependen de la duración del conflicto y la ocupación de Una guerra corta sería inocua o reactivadora, una larga hundirá al mundo en la recesión. |
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Los escenarios podrían pintarse así: • Una guerra corta y decisiva, podría tener el efecto de bajar el precio del petróleo y eliminar la incertidumbre. Muchos en Wall Street piensan que la guerra será corta y servirá para eliminar la incertidumbre actual y reactivar la economía de Estados Unidos, por el incremento de gastos que insumirá la maquinaria bélica. "El mercado ya cree que viene una guerra, ya lo tiene previsto. Los precios se moverán cuando ocurran cosas distintas a lo esperado", explicó un experto. Otros recuerdan que es difícil calcular la duración de un conflicto bélico, porque se sabe con certeza cuándo empieza pero no cuándo termina. • Una guerra más larga, con prolongada ocupación produciría el efecto contrario . Cuanto más larga sea la guerra, más riesgos se corren, señalan básicamente los expertos. Los analistas saben que una guerra crea incertidumbre en el mercado financiero, y los inversionistas tienden a ser más cautos o a retraerse, lo que limitará muy posiblemente los flujos de capital. Una guerra prolongada mantendría los precios del petróleo altos, lo que a la larga puede conducir a una contracción económica mundial. Ese fenómeno comenzó a insinuarse la semana pasada, cuando el banco de inversiones estadounidense Morgan Stanley bajó sus previsiones de crecimiento mundial para 2003 y 2004, advirtiendo que las tensiones geopolíticas han empujado al mundo nuevamente al borde de una recesión. Los precios del petróleo aumentaron la semana pasada a 39,9 dólares el barril, casi a los niveles de la Guerra del Golfo de 1991 (41,15 dólares el barril), y aunque en los días sucesivos bajaron ligeramente, implicaron mayores costos energéticos para muchos países del Hemisferio Norte que están pasando por un agudo invierno. El miedo de los analistas de Wall Street apunta a que un incremento en la factura energética lleve a un recorte del consumo, inhibiendo el crecimiento económico en Estados Unidos, crecimiento todavía no recuperado de la crisis que precedió y que luego profundizaron los atentados del 11 de septiembre de 2001. La situación puede extenderse también a Japón y a Europa, los motores "secundarios" de la economía mundial. Una guerra en Irak puede desestabilizar las economías latinoamericanas que luchan por salir de sus crisis, al aumentar los precios del petróleo y la incertidumbre del mercado financiero, pero podría beneficiar a otras, productoras de crudo, si sus gobiernos saben manejar la oportunidad, según los analistas. Las cuentas fiscales de muchos países empeorarán y caerán el comercio y los flujos de capital. Ante esta situación, la habilidad de ciertos gobiernos para aumentar la recolección de impuestos y cortar sus gastos se verá disminuida, como podría ser el caso de Brasil. Los países altamente dependientes de los medios financieros obtenidos por su comercio exterior, caso Brasil, Jamaica, República Dominicana y México, podrían también sentir pesadamente la presión de la situación creada por la guerra, añadió S&P. Quinto exportador de petróleo del mundo, Venezuela podría obtener ventajas indirectas de una guerra en el área del Golfo Pérsico, donde se encuentran las mayores reservas (65%) de crudo del planeta, con Arabia Saudí e Irak a la cabeza, y donde las exportaciones, o al menos una parte de ellas, podrían verse comprometidas durante el conflicto. Algunas compañías ligadas al mercado petrolero piensan que los precios aumentarán hasta que empiece la guerra y luego bajarán diez o 15 dólares. Según un informe de Standard and Poor"s, en caso de una guerra las compañías productoras de pwetróleo y gas de América Latina recibirán como consecuencia no sólo las ganancias de un alza del precio del petróleo, sino que podrán mejorar la calidad del crédito del sector. Dado que la mayoría de las compañías petroleras de la región son de propiedad del Estado, la situación del sector dependerá de cómo manejen los gobiernos ese temporario dinero caído del cielo y de cómo enfrenten la volatilidad de los precios del crudo y el impacto que eso produzca en los flujos de capital de la región. |
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