Viernes 21 de diciembre de 2001
 

Los vecinos abrazaron los pocos locales que quedaron sanos

 

Fue un fenómeno que surgió ayer a la tarde. La primera concentración se dio en el Topsy del alto. Le siguió Capriolo. Y hubo aplausos en el híper La Anónima cuando la Policía hizo retroceder a los saqueadores. La gente salió a defender comercios que considera propios. A la cadena local Topsy le arrasaron 13 de sus 16 sucursales. El dueño teme una severa crisis económica.

  NEUQUEN (AN).- Gente defendiendo a sus mercados amigos, a los pocos que sobreviven aún a la horda saqueadora. Vecinos dando una mano para que la policía detenga y encierre a los hombres y mujeres que avanzan sobre los comercios. Cientos de pobres acechando y desbordando a los policías, calles desiertas, comercios (de todos los ramos) destrozados, gente con miedo y una sensación generalizada de angustia. Anoche Neuquén estaba desolada y destrozada. Y -aún así- parecía que lo peor todavía no llegó.
"Yo les agradezco pero saquen a los chicos, y váyanse cuando empiecen las piedras", clamó Luis María Sahores, el propietario de la cadena Topsy-Bomba que en menos de 24 horas sufrió el saqueo de 13 de sus 16 locales en esta ciudad. Unos 200 vecinos y los empleados se unieron ayer para frenar el avance de los saqueadores al local que se negaba a ser el 14, ubicado en la avenida San Juan en el alto de Neuquén. Sahores, con los ojos rojos, hizo fuerza para no llorar pero frente al comercio hubo muchas lágrimas solidarias.
Es que en medio del caos que vivió esta capital hubo vecinos que tomaron parte en defensa de algunos locales comerciales. Espontáneamente salieron a la calle, realizaron abrazos, se colocaron en las puertas y hasta colaboraron con la policía para que detuviera a los saqueadores. También protagonizaron corridas a cualquier persona que se aproximara y que tuviera una actitud sospechosa. Se vieron reacciones de violencia, desde los que supuestamente intentaban evitarla.
"A Capriolo lo defiende el barrio", afirmaban los improvisados guardias de seguridad del local. "Es de Neuquén, nació y creció con nosotros", remarcaban en la puerta del supermercado.
La reacción fue inmediata. Cuando desde los medios se mencionó la posibilidad de que un grupo de revoltosos se acercara al negocio ubicado en calle Chaneton, en barrio Limay, los vecinos ganaron la calle. El objetivo era "evitar el saqueo", porque lo consideran como propio.
Américo Capriolo, lo mismo que Sahores, estaba junto a sus clientes y sostuvo que "no me sorprende, porque esto lo hicieron ellos".
Las palmas y la colaboración con el personal policial se dio en la zona aledaña a La Anónima, en la zona de bardas en el norte de la ciudad, donde se repitieron los choque entre uniformados y saqueadores (ver aparte). Esto fue cuando caía la tarde de una jornada durísima, la más dura que se recuerde en esta ciudad. Antes, los locales comerciales grandes y chicos fueron cayendo uno a uno, aquí y allá.
Uno de los que más resistió fue el local de Combate de San Lorenzo y Belgrano, que desde el martes estaba resistiendo a la presión de los saqueadores. Allí, la presencia disuasiva de la policía duró hasta la siesta. Armados sólo con hondas los uniformados daban una imagen lastimosa y al final desaparecieron debajo de la marea humana que arrasó con todo.
Mujeres, jóvenes y niños tuvieron todo el tiempo para cargar estanterías completas, mostradores, góndolas y heladeras, arrancar luces, carteles, lo que sea de ese Topsy. No quedó más que desolación y destrucción.
La vecindad amaneció ayer bajo un sol caliente, sembrada de fogatas, piquetes y piedras, excitada por los desbordes, la necesidad, el hambre, el sentimiento de desquite y el éxito del saqueo del día anterior a otro súper -Bomba, de la misma cadena comercial- distante a sólo dos cuadras del nuevo botín.
La gente entraba y salía como hormigas a través de los ventanales rotos llevándose mercadería. Algunos utilizaron trailers, camionetas, camiones y flamantes cuatro por cuatro. Incluso, acarrearon mantas y sogas para transportar freezer y heladeras sin riesgo de rayones.
Entre los manifestantes se entremezclaron caras conocidas de impulsores de asentamientos ilegales en esta ciudad, vinculados con la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
La noticia se difundió con tanta rapidez que de un momento para otro las personas se multiplicaron como hongos, con changuitos, cajas y bultos debajo de los brazos. Cuando no quedó nada, arrancaron las lámparas que colgaban del techo e incluso las instalaciones eléctricas y los carteles publicitarios de bebidas, con tal de llevarse algo a sus casas.

Enfrentamientos en el híper del alto

NEUQUEN (AN)- "Que tengan hambre está bien, pero estos quieren quemar la estación de servicio y van a volar el barrio", alertó un vecino. Quizá por ese temor, todo el barrio que rodea el hipermercado La Anónima aplaudió cuando las divisiones especiales de la Policía lanzaron una arremetida contra los grupos que subían por la calle Antártida Argentina desde Colón, donde se habían hecho fuertes. Superados en poder de fuego -piedras contra balas de goma y gases- los manifestantes se replegaron.
Ayer al atardecer, visto desde el híper el panorama era desolador. Las fogatas ardían en la calle Antártida dos cuadras más allá de Colón, que pareció convertirse en el límite oeste de la ciudad.
Los grupos de manifestantes ganaban metros a piedrazos, pero cuando quedaban al alcance de las balas de goma se replegaban, reunían fuerzas y volvían a intentarlo.
La batalla se desarrollaba ante la vista de cientos de vecinos que con un ojo observaban la situación en la estación de servicios Eg3 ubicada al pie de La Anónima.
En esa escenografía de bardas y cañadones sobre el que fue montado el híper, los protagonistas eran los policías de negro y los saqueadores sin camisa.
La escaramuza terminó cuando por el oeste ingresó arrasando todo a su paso el camión hidrante. Llegaron más grupos especiales de refuerzo, porque no había otro sector de la ciudad que custodiar; el resto ya había sido saqueado. Y los manifestantes, encerrados en una pinza, escaparon.
La tregua duró apenas entre 21.30 y 22.30. A esa hora los manifestantes volvieron a la carga, se repitieron los disparos, las piedras surcando el aire y el olor penetrante de los gases inundando todo. La tensión seguía al cierre de esta edición.

Foto: Los vecinos abrazaron uno de los pocos Topsy que se salvaron de la destrucción.

   
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