Domingo 18 de noviembre de 2001
 

¿Punk?¿Quién dijo neociberpunk?

 

Han pasado más de 20 años desde que el punk invadió las calles de Londres y la escena rock. Pero su estética y su forma de interpretar la sociedad no se circunscribieron sólo al sonido furioso de The Clash o los Sex Pistols, han influenciado además los estilos de vida de los más modernos grupos anarcotecnológicos de este milenio. El Cultural recupera la figura del brillante líder de los Pistols, John Lydon, quien aún sigue acumulando fama y prestigio, y recorre la senda que va de los punks a los eremitas de la red pasando por los ciberpunk, que a esta altura ya son un objeto de museo.

 
Cómo puede un músico estar afuera y adentro del star system al mismo tiempo? ¿Cómo puede reírse de la fama y el prestigio y ser famoso y prestigioso a la vez? ¿Cómo puede ser masivo y culto en iguales proporciones y encima lograrlo sin entrar en ninguna contradicción con su arte?
Extraña paradoja la de la industria discográfica: mientras más la rechaces y menos pertenezcas a ella, más premios te dará.
Por eso, cuando hace 15 días la revista británica "Q" le entregó a John Lydon -el artista alguna vez conocido como Johnny Rotten y el más capacitado para responder a los primeros interrogantes- el Premio a la Inspiración por su influencia en la música mundial desde 1975 hasta hoy, no hizo más que reconocer y poner al descubierto esta macabra operatoria. Aunque, afortunadamente, no todos caen en sus fauces.
"Quién quiere este premio, porque para mí no significa nada". Claro. Por supuesto que esas palabras fueron pronunciadas por Lydon cuando subió al estrado a recibir el galardón -por cierto, el más importante de la noche-. "Menos no se podía esperar de parte de él", dirán algunos. Y no se equivocarán. "Ya lo viene haciendo desde las épocas de los Sex Pistols", rezongarán otros. Y tampoco estarán errados. Sólo que en Lydon esta rebeldía, este cinismo, esta capacidad de no creer nada de lo que se diga o se piense de él -y de aferrarse solamente a su arte, a sus desquiciadas obras maestras del ruido- es real. Sí, verdadera, original...natural.
En estos días en que ser controvertido y verborrágico es apenas una estrategia de marketing rockero, en que para permanecer en el foco es necesario hacer ruido (teniendo poquísimas nueces) y en que para destacarse del montón sólo hace falta parecer diferente y no serlo verdaderamente, que Lydon haya logrado conservar su naturaleza es un real milagro.
   
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