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Sábado 8 de setiembre de 2001 | |
La "fiebre del calamar" enciende la noche en aguas rionegrinas |
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Los "poteros" estarán todo setiembre en el golfo San Matías. |
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 La zafra del calamar en el golfo San Matías es una realidad concreta, aún en construcción pero con perspectivas ciertas de transformarse en una importante opción productiva en los meses de primavera. Las empresas locales, que atraviesan una profunda crisis con sus actividades tradicionales, la marinería local golpeada por la desocupación y los armadores y propietarios de buques "poteros" ven en las aguas rionegrinas la posibilidad de extender la temporada de captura de esta especie que en el mar abierto decae en el mes de agosto.Este año, desde el uno de setiembre, seis buques comenzaron a operar en el golfo. Recientemente uno más se sumó a esta flota que mediante una operatoria particular, creada hace varias décadas por la cultura oriental, se dedica a extraer de las profundidades del mar al codiciado cefalópodo. "Río Negro" participó de la actividad de uno de ellos durante cinco días. A diferencia de la gran parte de los barcos poteros que operan en el país, el "Gloria del Mar I" posee una tripulación completamente formada por argentinos. Junto al "Victoria del Mar", otra nave perteneciente a la misma empresa -Pesquera del Este- son las únicas que en esta zafra en aguas provinciales no poseen autoridades coreanas en los altos mandos de a bordo. Los resultados en esta primera semana de capturas han sido dispares, aunque las estimaciones indican que los rendimientos mejorarán en función de que la luna, factor determinante en esta actividad, está menguando en estos días, lo que incrementará la cantidad de calamares capturados. Los barcos poteros, equipados con enormes luces que totalizan en cubierta más de 200 mil watts, atraen hacia sí los cardúmenes de calamar, que se caracterizan por su fotofilia, por su desarrollada visión y por su gran voracidad. La "chofa" -como denominan los pescadores a la concentración de calamares- es detectada por los capitanes de pesca por medio de las ecosondas que transmiten a un monitor los rebotes que se producen en el agua. Cuando el monitor muestra una marca interesante y que además se combina con una exigua cantidad de lo que los capitanes llaman "comidilla" -es decir plancton y todo lo que pueda ser presa del molusco- desde el puente de mando se decide el inicio de la maniobra. Cuatro potentes luces de profundidad son enviadas al fondo del mar para atraer hacia la sombra del casco del buque a la gran masa rojiza. Desde ese lugar, los calam  ares esperan el momento oportuno para el ataque. Y es allí cuando aparecen en acción las "poteras", unos pequeños adminículos atados en líneas de monofilamento, diseñados para tentar al molusco y para atraparlo con sus fuertes púas. Cada barco tiene alrededor de 50 máquinas -por lo general dobles- que se ubican en cada banda de la embarcación. Los barcos dedicados a la extracción del calamar son fácilmente identificables, en primer lugar por las luces y además porque sobre cada uno de los laterales poseen parrillas que se abren como brazos por los que caen los calamares hasta las canaletas que los conducen inexorablemente a la planta de procesado.Cada máquina hace funcionar dos líneas compuesta por más de cien metros de cabo y una puntera con 15 poteras, distanciadas una de otra por un metro de tanza. Las líneas caen por el peso de una plomada -1.800 gramos - hasta la profundidad que los capitanes o contramaestres determinen. Por su movimiento zigzagueante y sus llamativos colores, esos pequeños artefactos de unos 10 cm de largo son señuelos que atraen a los calamares que quedan atrapados en las púas. Al ritmo automático de las máquinas, los moluscos van cayendo uno tras otro sobre las parrillas y deslizándose hasta las entrañas mismas del buque donde se los acondiciona para ser trasladados al frío. Pedro Caram Foto: El calamar en el momento de caer a las parrillas. Foto 1: La planta de procesamiento, en las entrañas del buque. |
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