Sábado 8 de setiembre de 2001
 

Una difícil convivencia argentino-coreana

 

En los barcos orientales, aun con capitán de nuestro país, el que detenta el poder es el "pesca" coreano.

  La década de convivencia argentino-coreana generó situaciones que figuran en el anecdotario de cada tripulante. En los barcos comandados por capitanes argentinos, como el "Gloria del Mar I" la rivalidad con los buques coreanos se vive como una competencia y parece ser igual -o quizás más feroz- en los barcos orientales.
"Actualmente los barcos argentinos están haciendo mejores rendimientos que los orientales", expresó el capitán del "Gloria I", Julio Ballestrín, quien ha compartido puentes de mando con muchos coreanos. Recuerda, por ejemplo, situaciones violentas con los extranjeros y entre los mismos tripulantes orientales.
"Ellos tienen costumbres un tanto autoritarias, a veces golpean a los operarios de cubierta o de planta y los marineros no se pueden defender. Privilegian sobre todo la producción y no les importa la parte humana. No dan tiempo suficiente para dormir ni para comer y si alguien se lastima, lo reprenden", expresó el capitán. En esos barcos, según dice Ballestrín, es una mera figura simbólica dedicada a cuestiones administrativas el capitán argentino que deben tener por obligación los buques que operan en aguas territoriales. "Pero el poder está en el "pesca" coreano. El es el que decide dónde se pesca, cómo se pesca y todo lo que tiene que ver con la maniobra extractiva. En mi caso, yo soy capitán y "pesca" a la vez", dice el jefe de la tripulación del "Gloria del Mar I".
Además, destaca que en aguas abiertas los más de 60 barcos "poteros" con mandos coreanos están en constante comunicación por radio y arman equipos de trabajo en los cuales los capitanes argentinos de los buques nacionales no pueden intervenir.
"A veces por ubicarse en un determinado lugar, algunos han llegado hasta los tiros contra otras embarcaciones", confiesa el "Capi", como lo llaman a Ballestrín a bordo. "Río Negro" vivió una circunstancia tensa cuando el capitán argentino que estaba a punto de fondear en un determinado lugar en el que había detectado una buena marca fue increpado por radio por un capitán coreano que pretendía ubicarse en el mismo lugar. Sin embargo, Ballestrín le indicó que ese sitio ya era suyo y que procediera a ubicarse a una distancia de tres millas como indican los tácitos códigos existentes. Afortunadamente, esta vez, el "pesca" oriental aceptó la postura de su colega local.
   
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