Domingo 25 de marzo de 2001

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De sangre,locura y amor

10 años del GEHiSo

La historia desde abajo, una historia sin fin

 

Los feos de la historia de acá

 
  Reyes, faraones, presidentes, poderosos... Estos han sido durante muchos años los personajes que han cautivado a la Historia. Pero, poco a poco, emergieron otros sujetos con los que nadie había querido bailar la danza de los tiempos; los "feos", personajes indeseables de la historia oficial, desheredados, marginales, gente sin nombre. Hubo feos del mundo y feos de acá, si es que es posible trazar alguna línea que nos incluya como parte de una humanidad más inmediata, la de nuestra región. Y hay quienes se ocupan de estas rarezas locales: el Grupo de Estudios de Historia Social de la Universidad Nacional del Comahue (GEHiSo) celebra diez años reconstruyendo y narrando historias que van en busca de saber cómo llegamos a ser lo que somos, si partimos de la certeza de que nuestro presente está hecho con sustancia de la memoria.
La presente historia -dándole la palabra al historiador inglés Eric Hobsbawm- "trata casi exclusivamente de la clase de personas cuyos nombres suelen ser desconocidos de todos excepto de sus familias y sus vecinos y, en los estados modernos, de las oficinas donde se registran los nacimientos, los matrimonios y las defunciones. De vez en cuando también los conocen la policía y los periodistas que andan en busca de una "historia humana".
Marginales, sustancia del tango, perros de la calle, raros, "feos", seres anónimos que durmieron en la noche de la historia..

Prostitutas, jugadores, presos, peones, delincuentes, bandoleros, amantes despechados, miserables, artistas, locos, fueron personajes literarios, en el mejor de los casos.
Pero "estas clases subalternas", tal como las define Hobsbawm, irrumpieron en la Historia interrogándola para que ella volviera a cuestionarse la legalidad interna del funcionamiento de lo social, de donde emergía este extraño conocido, de donde -en definitiva- también se mostraba la contracara del poder, pregunta última de las inquisiciones.

¿Cuándo emergieron para la Historia estos sujetos ?

La década de los "60 fue una fuerte inflexión en la historia. Varias revoluciones se sucedieron entonces contagiando a las ciencias sociales, que recibían un aliento de cambios tan profundo que dispararon por los aires las creencias sostenidas sin mayores sobresaltos quizá, desde el período de entreguerras.
Así, cada una de las disciplinas experimentó una transformación tal que, a partir de entonces, nada sería igual. No sólo se cambiaba la mirada, ojos nuevos mirarían el acontecer de la humanidad. La Historia, como disciplina, también se transmutó a partir de entonces. El legado del marxismo, la teoría de la dependencia, y el aporte de otras disciplinas como la antropología o la psicología daban forma a un "alter", a un "otro cultural".
Estos personajes innominados llegaban con su soma, donde estaban impresas las marcas de su devenir, los dispositivos que los habían mantenido a raya para que no se treparan a ningún anaquel extraliterario.

¿Qué traían?

Estos sujetos "transhistóricos" se multiplicaron, y con ellos sus escenarios, donde se materializaban sus prácticas, sus modos de producción, sus emociones, sus sueños, sus utopías. Así, los trabajadores, las mujeres, los niños, los inmigrantes, los libertarios, los indígenas, los desquiciados, fueron desfilando frente a los nuevos ojos del investigador que comenzó a recorrer esos mundos más íntimos.
"Lo que se entiende actualmente por historia social- explica Enrique Mases, impulsor del proyecto GEHiSo- es un concepto, una mirada historiográfica que no es muy antigua en el tiempo, data de los años "60, aunque existan algunas definiciones anteriores a esta fecha. A partir de los años "60, se suscita un proceso de historización de las ciencias sociales, cambio que hace a una renovación temática y cronológica del historiador".
Detrás de estos cambios, la "vida cotidiana" entró en la historia. "La historia social empieza a cuestionar severamente y a competir con la historia tradicional, en el sentido de ya no tener como sujeto no sólo a la historia del poder, o como sujetos de la historia a los reyes, o a aquellos que manejan el poder. Se preocupa por la gente corriente. Es decir, todo individuo en la sociedad tiene una historia y merece ser contada", sintetiza Mases.
Las coordenadas donde se ubican los historiadores sociales para indagar a estos personajes se encuadran bajo la denominación de la "perspectiva desde abajo". Este posicionamiento teórico -explica Ernesto Bohoslavsky, uno de los más jóvenes del equipo- "tiene que ver con tratar de ponerse en el pellejo de aquellos que no pudieron contar la historia, de tratar de mirarla desde un lado que no se miró, con una mirada menos "moralizadora", ya sea desde la izquierda o desde la derecha, menos tratando de ver qué tanto se aparta de lo que la ortodoxia pretende".
La noción de la "perspectiva desde abajo" -completa Gabriel Raffart- pertenece a una escuela de historiadores de la historiografía inglesa, historiografía socialista humanista, que nos llega a través de los ingleses E. P. Thompson o Eric Hobsbawm y se enriquece con la historia de las mentalidades de origen francés.
Al margen de ellos, en otras épocas también se tendió a un análisis de lo subalterno, a una reivindicación de lo de abajo, de lo que se denominó "pueblo" tanto desde una mirada romántica como de una mirada marxista, pero hay diferencias cualitativas con lo que plantea la escuela culturalista inglesa. La historia romántica hacía una abstracción y ponía en el centro "al pueblo" y el marxismo, de alguna manera también pero en términos de una estructura. En cambio, la perspectiva desde abajo plantea mirar la historia desde los propios protagonistas, desde los propios individuos", explica.

Historias con nombres

Y estas tendencias comenzaron a ser aplicadas en los estudios de historia regional, tierra virgen que construiría su galería propia de personajes en busca de un nombre, sectores sociales nunca antes estudiados, áreas temáticas inexplotadas.
Entonces, la historia será ahora la de un Paterson Toledo, a cargo de las fuerzas militares asentadas en la capital durante el golpe del "30, quien sufrió un profundo ataque de paranoia, creyendo la existencia de un complot de chilenos para invadir la Patagonia. O la historia de un Juan Balderrama, líder de una banda de delincuentes y especie de bandido metafísico del 1900, que construyó todo un sistema filosófico, que quedó plasmado en sus testimonios ante la Justicia y que poco ayudaron a su defensa; o la de innumerable cantidad de nombres, hombres y mujeres, que construyeron lo que fue.
Las prácticas políticas en los territorios de la Norpatagonia también comenzaron a ser una fuente muy rica al análisis. "La gran aparición, para mí, más que una práctica o un sector social, fue la política. La historia conocida anunciaba el parto de la política con la provincialización y parecía afirmar que hasta ese entonces todos los habitantes habían sido ciudadanos calmos dispuesto a aceptar las órdenes emanadas de las autoridades y aceptaban pasivamente la designación de autoridades. Y de acuerdo a lo que hemos venido relevando, la situación era completamente distinta porque la gente peticionaba, se reunía, se mataba por cuestiones de política, se disputaba poder en cada uno de los parajes de Río Negro y Neuquén, así que de alguna manera el trabajo apunta a una rehabilitación de la política en la primera mitad del siglo XX en la Norpatagonia, y a esos personajes que la practicaron y la padecieron", relata Bohoslavsky.
También aparecieron en las investigaciones sectores sociales que no estaban presentes hasta entonces, como los sectores subalternos rurales, que -explican- constituyen un elemento significativo en el desarrollo del peronismo en la región.
Otros descubrimientos y reflexiones llevaron al grupo al ámbito de la cultura, a sus hábitos, sus pautas de socialización, a sus miedos y dolores, a sus fiestas, rituales, modos de vivir y de morir; para ir transitando por callejones silenciosos y oscuros de la historia, donde se comprende que hay más para ver donde todo parece visto y más para decir, aunque todo parezca dicho.

Susana Yappert

   
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