Domingo 11 de marzo de 2001

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La muerte entre las sombras de Mar del Plata

La mirada de Capote

 

La sangre que se hizo libro

 

Truman Capote, Norman Mailer, son algunos de los escritores que llevaron al papel las historias de asesinos tristemente célebres como Gilles de Rais, Elizabeth Bárhory, Dick Hickcok, Perry Smith y Gary Gilmore. Algunos, según se confesó el propio Capote, autor de "A sangre fría", pagaron un alto precio por involucrarse en la locura y la sangre.

  En el siglo XX, Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, publicaría sus "Estudios al natural" (Grijalbo), durante 1901, en el Strand Magazine, atraído por el crimen real, al igual que otros escritores de misterio.
Algunos recurrieron a sangrientos personajes del pasado: Georges Bataille a Gilles de Rais en "El verdadero Barba Azul" (Tusquets), o Valentine Penrose con "La condesa sangrienta" (Siruela), evocación de los crímenes de Elizabeth Bárhory.
Pero en 1965, el crimen real revolucionaría la literatura con la publicación de "A sangre fría", obra maestra de Truman Capote, en la que se narra el asesinato de la familia Clutter, de Holcomb (Kansas).
"Quería escribir lo que yo denominaba "una novela real", es decir, un libro que se leyera igual que una novela, sólo que cada palabra de él fuese rigurosamente cierta", explicaría el autor.
Por eso mismo Capote había iniciado su investigación cuando los asesinos de Kansas, Dick Hickcok y Perry Smith, aún no habían sido detenidos por la policía. Una vez capturados, los necesitó para escribir su libro y estableció con ellos un fuerte vínculo (al punto de pasar junto a los asesinos sus últimas horas y asistir a sus respectivas ejecuciones en la cárcel).
"Fue casi como vivir en una celda para condenados a muerte, no pude haberme acercado más a su experiencia. Llegué a comprender que la muerte es el factor fundamental de la vida. Y que la simple comprensión de ese hecho modifica toda perspectiva personal", apuntó Capote.
La no ficción y la crónica negra se afianzaron también como género literario a partir del surgimiento del llamado nuevo periodismo, con la revista Rolling Stone y reportajes aparecidos en Playboy, Esquire y, sobre todo, Vanity Fair.

El crimen de la Dalia Negra

James Ellroy no dudó en reconstruir el asesinato de su propia madre. En "Mis rincones oscuros" (Ediciones B) y en "La Dalia Negra", el escritor mezcló el crimen no resuelto de Elizabeth Short y el asesinato de su madre, estrangulada por un desconocido. "El asesinato de la Dalia Negra (una joven mutilada en Los Angeles) y el de mi madre se interrelacionaron en mi interior de manera inextricable", subrayó el norteamericano en una entrevista. Ellroy es el autor de "L.A. Confidencial", libro en el que se basó la película del mismo nombre.
El crítico musical de Rolling Stone, Mikal Gilmore, sorprendió al lector con la historia de su célebre e infame hermano, Gary Gilmore, que inspirara "Canción del verdugo", de Norman Mailer (Anagrama).
El británico Brian Masters escribió "La compañía de los muertos" (Ediciones B), donde cuenta la vida del psicópata Dennis Nilsen y otro periodista habitual en las páginas de Rolling Stone, Randall Sullivan, convirtió la historia de los crímenes de Joe Hunt, "The Price of Experience", en una crónica de la Norteamérica violenta de los ochenta.
James Fox desempolvó la historia sacando a luz los esqueletos del pasado colonial inglés en "Pasiones en Kenia" (Anagrama) y Gary Indiana se encargó de trasformar con "Three Month Fever" la muerte de Versace en una biografía obsesiva de su asesino, Andrew Cunanan.
En los últimos años, aparecieron "Medianoche en el jardín del bien y del mal", de John Berendt (Mondadori), texto llevado al cine por Clint Eastwood y "Jack El Destripador", capítulo final, de Paul Feldman (Planeta), que pretende ser una definitiva revisión del caso.
En "El adversario" (Anagrama), el francés Emmanuel Carrére presenta un análisis fascinante del caso de Jean Claude Romand, asesino de toda su familia.
Y el periodista Gordon Burn, en "Felices como asesinos" (también de Anagrama) reconstruye literariamente los monstruosos crímenes cometidos por Frederick West y familia en su "casa de los horrores" de Cromwell Street, una visión expresionista y perversa de las clases bajas. (Télam).
   
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