El templo del diseño mundial, el Salón del Mueble de Milán, propuso en su edición 2010 -realizada en estos últimos días- objetos "duraderos", muebles prácticos, que han sido fabricados respetando el medio ambiente y con precios accesibles acordes con la crisis mundial.
Una de las citas más importantes en Europa de la industria del mueble y de los accesorios de mobiliario, con todas las novedades en diseño y fabricación, ofreció este año numerosas piezas de madera, que evocan la naturaleza, entre ellas sillas con formas de tulipán, de la célebre marca Cappellini, o de trébol, de Sicis. "Hay deseo de objetos rústicos, de campo. Es el gusto de nuestra era, algo que no ocurría hace quince años", sostiene Evelina Bazzo, directora de comunicación de DeCastelli, célebre por sus exitosas mesas de hierro con huecos para colocar flores.
La feria reunió importantes diseñadores contemporáneos, quienes propusieron entre sus numerosos pabellones quebrar la barrera entre interior y exterior.
Es el caso del alemán Michael Koenig de la firma Picto, cuyas esculturas metálicas, con formas de árboles, instaladas en los salones, invocan "la naturaleza sin necesidad de regar las plantas", dice.