Villa Pehuenia está ubicada en medio de un paisaje natural que quita el aliento, con los pehuenes como símbolo. Difícil es mejorar lo que la naturaleza ha creado, pero lo intentamos. Las consignas fueron y siguen siendo ocupar los espacios vacíos y al mismo tiempo lograr una conjunción entre lo natural y lo exótico.
En la búsqueda de aumentar la profusión de color de los amacayes y las mutisias más la majestuosidad de notros, radales y lengas, en el otoño de 2008 se optó por las rosas, considerando el esplendor que alcanzan en esos parajes de alta montaña y contar con la oferta del vivero productor más grande de Latinoamérica. Pero además tenían que ser perfumadas y con amplio espacio para desarrollarse.
La clave del perfume lo brindarían las antiguas rosas inglesas plantadas en degradé en el límite norte que bordea hacia el lago Aluminé, desde el blanco puro al rojo oscuro. Los altos murrallones de contención aluvial de la fuerte pendiente del terreno, serían embellecidos con rosas enanas y tapizantes y desde lo alto caerán en cascada trepadores sin sostén.
La inmensa flora natural compuesta por amancay y mutisia sería complementada con rosas poliantha y arbustivas para sombrear la roseta, única integrante silvestre que se desea controlar en forma natural. Completan el diseño vigorosas rosas trepadoras amarillas, coloradas y rojas trepando naturalmente en busca de la luz entre los radales, para dar la sensación plena de armonía entre lo natural y lo exótico.
En la floración de las más de 400 rosas, los visitantes del lago son atraídos cual mariposas desde sus orillas por el intenso perfume de las rosas inglesas, creadas por David Austin con ese fin.