En un escenario de fuerte expansión de la demanda y restricciones estructurales de la oferta, el precio de la carne vacuna se disparó y alcanzó subas superiores al 80% el año pasado, destaca la consultora Ecolatina.
De hecho, más de la mitad del incremento de la CBA en el 2010 respondió al alza en este rubro (como muestra una de las infografías, explica 17,6 de los 31,8 puntos porcentuales acumulados).
Algunos escalones más abajo se ubican el pan y la leche: estos dos productos aportaron 5,3 puntos porcentuales a la suba del período, explicando cerca del 20% del alza acumulada.
Si bien otros rubros registran un mayor incremento de precios -como el azúcar, los quesos, el pollo y la yerba-, la gravitación de estos bienes en los hábitos de consumo de las familias no es tan elevada.
A diferencia de otros años, en el 2010 la suba de la CBA fue menor que el incremento del capítulo Alimentos y bebidas del IPC (31,8 contra 37,2% respectivamente). Esta brecha responde básicamente al impacto del aumento de la carne y a la estabilidad en el precio de la papa en las distintas canastas.
En primer lugar, el incremento de la carne tiene un mayor peso en el consumo de la población de referencia del IPC, ya que ésta explica el 18,5% del gasto en alimentos. En cambio, este mismo producto representa sólo el 12% del costo total de la CBA.
Por el contrario, la papa, cuyo precio se mantuvo estable durante el 2010, tiene un mayor peso relativo en la CBA (13,5% del total) que en el capítulo Alimentos y bebidas (1,3%). La suma de estos dos factores explica la brecha observada entre ambas mediciones el año pa-sado.
En cuanto a la Canasta Básica Total (CBT), ésta aumentó un 29,2% en los últimos doce meses y en diciembre se ubicó en 767 pesos para un adulto equivalente. En consecuencia, para no ser considerada pobre una familia de cuatro integrantes debe generar ingresos superiores a 2.369 pesos mensuales, 536 pesos más que a fines del 2009.
En resumen, en la medida en que continúe acelerándose la inflación en bienes de primera necesidad cualquier mejora conseguida a través de medidas de previsión social, aumento del salario mínimo o incrementos en los haberes jubilatorios acabará por licuarse si no vuelven a ajustarse nominalmente.
Pobreza e indigencia
Para estimar la pobreza e indigencia, además de calcular los costos reales de las canastas es necesario medir la evolución de los ingresos por segmentos de la población.
Así, es posible conocer en cuántos hogares los ingresos totales no son suficientes para alcanzar la línea de indigencia (CBA) o de pobreza (CBT).
Los ingresos de las familias dependen principalmente de la evolución del empleo y el salario (registrado e informal).
Sin embargo, a fines del 2009 los hogares de menores recursos percibieron un shock en sus ingresos, fundamentalmente por la implementación de la asignación universal por hijo (AUH). Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) hasta el tercer trimestre reflejan esta mejora.
A partir del incremento registrado por el Indec en los primeros nueve meses del año y estimaciones propias de Ecolatina para el cuarto trimestre, se obtuvo una aproximación de la evolución de los ingresos de las familias en el 2010.
Al combinar el costo monetario de la CBA y la CBT con los ingresos de los hogares, surgió una estimación de la proporción de la población por debajo del umbral de la indigencia y la pobreza respectivamente.
Según estos cálculos privados, en el segundo semestre del año el 30% de las personas no cubrió la CBT, levemente por debajo del porcentaje de la segunda mitad del 2009 (30,8%). Asimismo, las estimaciones arrojan que entre junio y diciembre el 10,3% de la población no pudo costear la CBA, por lo que la indigencia descendió casi un punto porcentual en relación con los últimos seis meses del 2009.
De esta manera, en el 2010 la pobreza afectó en promedio al 30,9% de la población y la indigencia, al 10,6%. Si bien en ambos casos se observó una reducción respecto de la media del 2009 (31,1 y 11,1% respectivamente), la mejora sólo fue significativa en el caso de la pobreza extrema.
El mayor descenso observado en la indigencia responde, en última instancia, a la AUH, pues el impacto de un monto fijo sobre los hogares es menor a medida que aumenta el nivel de ingreso de las familias.
De todas formas, la pobreza y la indigencia en nuestro país siguen siendo muy elevadas respecto de décadas pasadas.
Si se extrapola la incidencia de la pobreza (30,9%) al total de la población (cercana a 40,1 millones), este flagelo afectó a 12.390.000 personas. Asimismo, el 10,6% de la población significa que en el 2010 la indigencia afectó a 4.270.000 individuos.
En síntesis, el año pasado se observó una leve mejora en los indicadores socioeconómicos. Esto significa que, pese a la aceleración de la inflación, la suba de los ingresos en los hogares de menores recursos ganó la carrera nominal.
Ahora bien, la consultora destaca que en la medida en que los precios sigan trepando fuerte, será difícil que los ingresos de estos sectores vuelvan a superar la inflación pues tienen menor poder de negociación. El shock de la AUH jugó un papel preponderante en el 2010 pero difícilmente se repita este año, pues lo más probable es que el monto siga el alza de la CBA/CBT, manteniendo su poder adquisitivo pero no incrementándolo.
Por último, preocupa que tras un año de fuerte recuperación y mejoras significativas en la mayoría de las variables económicas, la reducción de la pobreza e indigencia haya sido magra por culpa de la aceleración de la inflación (especialmente intensa en el rubro alimentos).
Para Ecolatina, para reducir la pobreza y la indigencia se necesita simultáneamente crear empleo (preferentemente de calidad) y contener los precios (especialmente de los productos básicos). El problema es que a partir del 2007 la inflación se alejó del sendero deseable. Es por ello que no sorprende que en la actualidad los indicadores sociales no sean mejores que los registrados a fines del 2006.
Redacción Central a base de Informe Semanal Nº 805 de la consultora Ecolatina.
Mientras siga acelerándose la inflación en bienes de primera necesidad, cualquier mejora de salarios acabará por licuarse si no vuelven a ajustarse nominalmente
Durante el año pasado
12.390.000 personas se vieron
afectadas por la pobreza, mientras que 4.270.000 estuvieron por debajo de la
línea de la indigencia