El sistema educativo no permanece ajeno a este escenario.
Quedó más que demostrado que el problema no es una cuestión de disponibilidad de fondos.
Desde la salida de la convertibilidad en Neuquén, por dar un ejemplo cualquiera, las transferencias destinadas a Educación se sextuplicaron, pasando de los 320 millones de pesos del 2002 a los más de 1.800 millones proyectados para el cierre del corriente año.
Durante la gestión de Jorge Sapag las erogaciones del sistema crecieron un 80%, lo que elevó al 25% su participación en el total del gasto presupuestario provincial.
Sin embargo, pese a esta importante inyección de dinero de los últimos años, la calidad educativa de la provincia continúa en caída libre, los paros están a la orden del día, los chicos siguen sin cumplir los 180 días de clases exigidos por ley y se profundizan los problemas de infraestructura en las escuelas. Si los fondos están, ¿qué es lo que pasa con el sistema educativo, que no responde a las expectativas de la sociedad?
Lo primero que se deduce de esta crisis es que no existe gestión. Educación se puede representar hoy como un gran elefante blanco que se mueve por inercia y sin un rumbo predeterminado. En este esquema, las líneas de acción definidas desde los niveles de decisión terminan siendo fagocitadas por la burocracia del sistema.
Se desploman indicadores educativos en Neuquén
Los continuos paros impulsados por el gremio docente conspiran contra el espíritu de desarrollo de la educación pública como instrumento para superar el atraso social de parte de la población.
Gestión, en este complejo escenario, significa reorientar eficientemente las fuerzas humanas y económicas del sistema para que éste vuelva a cumplir el rol impuesto por la sociedad. A la falta de gestión se le suma la agresión que sufre la educación desde sus propias entrañas. Es grave la irracionalidad que les imprime el gremio a ciertos temas, dejando de lado la prioridad que hay que darle al conjunto. Los brutales paros que viene realizando -desde hace ya más de un mes- no suman al problema de fondo.
Las propuestas de las clases dirigentes no están a la altura de las circunstancias.
Desde la administración Sapag pareciera que no existe un programa que pueda cambiar la inercia que arrastra el sistema. "Seguiremos en el camino del diálogo", se escuchó decir esta semana desde el Ejecutivo. ¿Qué significado tiene este mensaje? ¿Qué respuesta es para los chicos que ya llevan perdido el 50% de sus contenidos? ¿Qué derecho les asiste por el incumplimiento de la ley que les garantiza los 180 días de clases? ¿Dónde está la responsabilidad de la autoridad para defender a los más débiles?
El gremio poco aporta, también, al debate de ideas. "Está en manos del gobernador la vuelta a las aulas", agregan desde las instalaciones sindicales. Un concepto carente de contenido. Un mensaje de corte político que intenta limpiar la conciencia de aquellos docentes que se debaten entre cumplir con su deber y acatar -bajo presión- las órdenes gremiales.
Consecuencias
Está comprobado que los continuos paros impulsados por parte de los docentes conspiran contra el espíritu de desarrollo de la educación pública como instrumento para superar el atraso social. Toda una contradicción entre lo que pregona ATEN y la realidad que lleva a los hechos.
Las estadísticas del Nivel Medio que se elaboran para determinar la calidad educativa del sistema son preocupantes. Los últimos índices de eficiencia presentados por Neuquén exhiben con toda crudeza el deterioro que está sufriendo el sistema y el correlato que esto tiene en los chicos que allí estudian (ver recuadro con detalles y definiciones). Algunos de los datos aquí presentados son mucho más crudos en el caso de los alumnos de escuelas públicas cuando se desagrega la estadística entre el sector estatal y el privado, siempre hablando de educación Media. La escuela técnica está todavía más comprometida.
Los días sin clases entre el 2003 y el 2007 (paros, jornadas, retenciones, etcétera) totalizaron 143; es decir que cada cinco años de ciclo secundario, en promedio, se perdió uno.
Existen en el Nivel Medio catorce alumnos por cargo docente, indicador muy superior a la media nacional.
Durante el período 2002-2008 el abandono de la escuela secundaria creció cerca del 80%, al pasar de un índice del 9 al 16%.
El nivel de repitencia lo hizo a una tasa del 31%: pasó del 13% en el 2002 al 17% en el 2008.
El desgranamiento creció 13 puntos porcentuales en el período de análisis al pasar de un índice del 54 al 61%.
Con la información parcializada, los datos del 2009 (utilizando el cohorte 2005-2009) muestran que el deterioro se profundiza respecto de los índices consolidados del 2008.
El sistema está herido de gravedad. Hay que tener claro que el deterioro de la educación pública implica la pérdida de oportunidades de progreso de las personas de menores recursos y la creación de una cadena de creciente diferenciación social. Las económicamente acomodadas en la región tienen este problema resuelto. Las más humildes, por las que muchos de los gremios se rasgan hoy las vestiduras, son las que más sufren -y sufrirán- el deterioro del sistema.
Los últimos índices de eficiencia presentados por Neuquén exhiben con toda crudeza el deterioro que está sufriendo el sistema educativo Los días sin clases entre el 2003 y el 2007 totalizaron 143; es decir que de cinco años se perdió uno