areciera que hoy en la Argentina -y en gran parte del mundo- nadie pierde. Quien apostó estos últimos meses a las acciones ganó en promedio un piso del 30%; quien fue más cauto y compró oro, cerca del 15%; quien salió a recomprar bonos argentinos, arriba del 35%; el plazo fijo termina dando el 10% en moneda local; el euro repuntó otro 10% en sólo 90 días y el dólar sigue planchado en torno a los 3,85 pesos.
Todos festejan. Pero algunos son conscientes de que la fiesta no se puede sostener por mucho tiempo más. Los ciclos económicos nos muestran que estos ajustes hacia el alza generalizada de activos se dan en momento puntuales de la historia económica de un país o grupo de países. La clave, como siempre en todo este juego, es saber cuándo entrar a comprar y comprender cuándo llegó el tiempo de salir a vender. La avaricia, uno de los siete pecados capitales del cristianismo, es el peor enemigo del inversor. Ganar 20 ó 30% en menos de cuatro meses no es algo normal en economía.
Pensar que existe un cambio de paradigma en el sistema y que la recuperación continuará in eternum es un grave error conceptual para cualquier pequeño o mediano ahorrista. En la medida en que continúe esta suba desmedida de los activos, como se está observando hoy en los mercados, mayores serán las posibilidades de volver a entrar en un ciclo recesivo dentro del sistema financiero. Ya existen algunas alertas.
Pese al creciente optimismo del mercado, la recuperación económica mundial aún es frágil y corre riesgos de sufrir una nueva escalada de los precios de commodities, lo que terminaría presionando sobre el sistema financiero internacional.
Dos conclusiones finales:
? No siempre es bueno para un inversor que los activos, en los cuales está comprometido, suban sin techo definido.
? Hoy es momento de diversificar carteras y no apostar de lleno a sólo un activo, pese a que muestre gran margen para crecer.