Las recientes lluvias intensas caídas en las regiones trigueras núcleo optimizaron el desarrollo de los cultivos de esta campaña, para la cual se proyectan zonas con rindes que se incrementarían en alrededor del 30%, respecto del ciclo previo.

No obstante, el recorte que registró la siembra del cereal nuevo no sólo constituye la menor superficie implantada en la historia del grano en la Argentina, sino que la trilla que se proyecta resultará la más baja de los últimos 113 años.

El volumen final de la cosecha de trigo nuevo se reduciría estimativamente un 18% respecto de la muy baja de la zafra precedente, para ubicarse entre los 6,7 y los 7 millones de toneladas.

Además, el cultivo de este ciclo sufrió mucho en los períodos vegetativos, con lo que desarrolló escasa foliación, desarrollo y número de macollos con pocos tallos fértiles y gran número de ellos no sobrevivió a la escasa humedad edáfica.