Brasil llega al final de la primera década del siglo XXI ratificando una vocación de mayor gravitación en el concierto internacional, un proceso que responde a razones muy afincadas en la historia en los factores de poder que definen el destino del país.
Brasil presenta la política exterior presidencial más activa de la región. Lula mantiene un promedio de cuatro encuentros bilaterales y dos multilaterales por mes.