Con los eucaliptos en llamas y el saldo de víctimas de los peores incendios en Australia aumentando a casi 200, las recriminaciones de responsabilidades han comenzado.
Sonjia Parkinson, cuya vivienda en la montaña Kinglake se encuentra entre las más de 750 destruidas en los siniestros desencadenados el sábado al norte de Melbourne, culpa a las autoridades estatales en Victoria. "Vimos el fuego y escuchamos ruidos sobre la colina. Vimos las llamas naranjas y no hubo ninguna advertencia", asegura. "Estábamos escuchando la radio todo el tiempo y no sabíamos nada". Otros que perdieron sus hogares, seres queridos o terrenos han dirigido su frustración hacia los equipos de bomberos.
Australia tiene la mayor fuerza de bomberos del mundo, mejor equipada y más experimentada, respaldada por cientos de aviones que bombean agua y con un prestigio codiciado en el exterior. Un capitán del cuerpo, David McGay, defiende el trabajo record de su equipo, frente a las críticas, alegando que se vio sencillamente superado.
"Pero incluso si hubiera tenido 20 equipos, todo lo que habría ocurrido es que habríamos tenido también 50 bomberos muertos, yo incluido", dijo.
Los expertos respaldan a McGay y sus compañeros. El día más caluroso de la historia de Melbourne, con vientos del centro del continente y 12 años de índices de lluvia por debajo de la media provocaron la catástrofe.
John Handmer, experto de la universidad RMIT de Melbourne, dijo que el "Armageddon" no podría evitarse. "El sábado 7 fue el peor día de la historia", dijo. "Un día como ése puede superar todas nuestras preparaciones".
El tema tabú es el cambio climático. Clive Hamilton, lobbista de cuestiones medioambientales, afirma que los incendios forestales, que se extendieron en 40 kilómetros en sólo 12 horas, "son el cambio climático manifestándose en las vidas cotidianas de la gente". Hay otras explicaciones. La inminencia más famosa en siniestros del país, David Packham, afirma que las autoridades se plegaron al lobby medioambiental y suspendieron la quema de bosques en invierno para reducir la carga de las ramas y los organismos muertos. El diputado Ron Boswell está de acuerdo con él, alegando que las quemas controladas de los parques nacionales reducen la ferocidad de los incendios. "Sólo creo que necesitamos mirar a algunas áreas que convertimos en parques y que ahora no podemos defender", alega. El premier estatal John Brumby ha ordenado una investigación a gran escala que afectará a la gerencia de los parques nacionales y al sistema de alarma de incendios. Hasta ahora se mostró reticente a responsabilizar al cambio climático, alegando que deberían ser considerados todos los factores. Sin embargo insistió en que el incendio del sábado era imparable. "Ustedes tuvieron bomberos que combatían literalmente llamas de una altura de cuatro plantas", manifestó.
Sid Astbury
DPA