BARCELONA.- España, con una cifra de desocupados que supera los 3,3 millones de personas, ya no es la tierra de oportunidades que soñaron los inmigrantes, entre ellos más de 200.000 argentinos que se debaten entre resistir la crisis o volver.
"Si nos surge una buena oportunidad para volver, lo vamos a hacer; mi marido está sin trabajo y la situación es cada día peor", afirma Mara Sánchez, una argentina de 32 años que vive con angustia el incierto panorama económico que ofrece España.
Trabaja de administrativa en una empresa de telecomunicaciones y su esposo, Esteban, es una de las muchas personas del sector hotelero que se quedaron sin empleo en los últimos meses por la fuerte caída de la actividad y el consumo.
La cara más dramática de la crisis internacional que está golpeando con fuerza en España es, sin dudas, el aumento del desempleo, que en enero del 2009 sumó 198.832 nuevos desocupados respecto de diciembre, según datos oficiales.
Los inmigrantes, que representan el 11,3% de la población (5,2 millones de personas), son quienes más sufren con el rápido deterioro del mercado laboral.
El desempleo aumentó en este grupo en 208.798 personas (86,7%) en el último año, por lo que ya son 449.505 los extranjeros sin trabajo en España.
Esta joven pareja de argentinos, que espera un hijo, lleva siete años en España y es la primera vez que se plantea regresar, aunque sólo ante una oferta de trabajo. "Después de tanto tiempo no volveríamos sin trabajo, prefiero quedarme y luchar, porque la crisis está en todos lados", reflexiona Mara.
La situación puede ser desesperante para algunos inmigrantes, especialmente si se encuentran entre las más de 800.000 familias en las que ninguno de sus miembros tiene trabajo y si, además, están hipotecados.
Es el caso de familias enteras de latinoamericanos que ya están integrados en España. Para descomprimir la situación, el gobierno les propone a los extranjeros que vuelvan a su país de origen, a cambio, cobrar en dos fases el seguro de desempleo y que se comprometan a no retornar en cinco años.
No muchos están dispuestos a aceptar esta oferta, prueba de ello es que este programa apenas recibió 767 solicitudes, entre ellos 105 argentinos.
Los extranjeros que lograron abrir un comercio o empresa, tras varios años de sacrificio, tampoco quieren volver y prefieren resistir la tormenta.
"Los latinoamericanos estamos acostumbrados a las crisis, no creo que aquí vaya a ser tan grave, aunque la gente está muy asustada", afirma Valeria Martino, argentina de 31 años, que tiene una heladería junto con su marido cerca de la Sagrada Familia, en Barcelona.
Valeria llegó a España después de la crisis del 2001, que empujó a muchos argentinos a abandonar el país, pero dice que su razón fue la inseguridad.
"El panorama económico ahora no es bueno, hay mucha psicosis colectiva y en nuestro negocio se nota que bajó el consumo", dice preocupada.
"La decisión de regresar es muy difícil, la crisis puede ser el desencadenante, genera dudas, pero uno también piensa en su proyecto personal y yo por ahora no voy a volver", asegura Valeria.
LOS QUE VUELVEN
Por el contrario, muchos argentinos de clase media que migraron en busca de oportunidades económicas o profesionales, así como con la idea de insertarse en el ámbito creativo y cultural, ahora están comenzando a regresar.
Lucía Martínez, de 26 años, volvió recientemente a su Entre Ríos natal tras siete años en España y después de haber trabajado de maquilladora, actriz, camarera y en varias tiendas.
La crisis cambió también los sueños de los últimos que llegaron. "No era lo deseado, pero creo que lo mejor es regresar", asegura la diseñadora Paulina Roses, una cordobesa de 26 años que llegó a Barcelona junto con su novio, Luciano Padilla, de 28, hace poco más de un año.
Paulina y Luciano viajaron a España a hacer un posgrado y trabajar en un estudio de diseño interior, pero la empresa tuvo que hacer una reestructuración y decidió cerrar su oficina en la capital catalana. "A Luciano le ofrecieron volver a trabajar a la sede que la empresa tiene en Córdoba y desde allí llevar el proyecto que quedó en Barcelona", explicó Paulina a Télam.
España nunca fue un paraíso para los inmigrantes, pero ahora se parece menos al mito de la tierra de oportunidades.
Cecilia Guardati
Télam