| | | | | | | | historias de vida | | Cartas desde el resto del mundo | | Nacieron y se criaron en Allen y un día partieron a buscar su destino. | | | | | | | | | | | | | | Porque el mundo es ancho, poliédrico, pudo albergarlos. Porque el mundo es ajeno se dispusieron a abarcarlo, a ejercer el derecho de elegir vivir donde pudieran sentirse satisfechos personal y profesionalmente. Y así como sus antepasados bajaron de los barcos, ellos bajaron de un Boeing 767. Y así igual que ellos, allí donde encontraron amores, amigos, proyectos de vida, sueños y tranquilidad de espíritu para concretarlos, eligieron quedarse. Las oportunidades, el flujo incesante de acontecimientos los llevaron a distintas partes del mundo y son felices con lo que hacen, con lo que viven. Oportunidades que, finalmente, se convirtieron en razones. Migrar, moverse, trasladarse es una cuestión de libertad. Cuándo, dónde, por qué se fueron del país, qué están haciendo, cómo sienten el pueblo a la distancia, qué extrañan, son algunas de las preguntas que guiaron estos testimonios.
Danilo Ceschin- (Estrasburgo- Francia) “En abril de 2006 ‘finalicé’ mi tesis para obtener el título de Doctor en Ciencias Químicas en la Universidad Nacional de Córdoba. La palabra ‘finalicé’ está entre comillas porque en realidad cuando se realiza investigación constantemente se arriba a pequeñas conclusiones que abren nuevas preguntas que deben ser estudiadas y de esta manera hay un crecimiento exponencial del conocimiento. En 2006 recibí una beca Pos-Doctoral otorgada por el CONICET para continuar con los estudios que comenzaron con mi tesis. En el transcurso, apliqué a una posición que estaba abierta en Estrasburgo, Francia, para desarrollar un área de Bioinformática y es desde esta ciudad que estoy escribiendo estas líneas. Por supuesto, en los 17 años que han pasado desde que dejé Allen ha corrido mucha agua bajo el puente y ha cambiado el sentimiento de lo que significa estar lejos de casa. Podría resumirlo de esta manera: me fui a Córdoba con 18 años y con todas las energías puestas en descubrir el mundo; luego de dos años en la Docta el sentimiento era… el mundo va más rápido de lo que va en Allen, ni mejor ni peor, diferente, a mí me gusta eso, hay mucho por descubrir, qué difícil volver a Allen; luego de graduarme y ya decidido a realizar investigación el sentimiento fue… la verdad es que hay veces en que me gustaría volver a Allen… pero quiero hacer investigación y es difícil hacerlo allá. En el transcurso de mis estudios de Doctorado el sentimiento fue… la pucha, cada vez que voy de visita a Allen me dan ganas de quedarme, mis amigos de la facultad ya no están en Córdoba, por supuesto han hecho su camino… y Allen me tira mucho, mucho. Ahora que estoy más lejos de casa -no sólo de Allen, no sólo de Córdoba, sino de Argentina- los pensamientos de mi destino futuro forman un torbellino. Si de algo estoy seguro es de que me gustaría volver a Argentina y por supuesto sería inigualable la posibilidad de volver a Allen. De alguna manera me gustaría devolverle a mi país y a mi ciudad la excelente educación que tuve en la escuela y la universidad pública, sumada a las nuevas experiencias que estoy adquiriendo aquí. Con la creación de la Universidad de Río Negro, la apertura de la carrera de Odontología y con la posibilidad de que se abra la carrera de Farmacia y Bioquímica, ese deseo parece poder materializarse cada vez más. Eso llena el alma de alegría, pero dependerá de la dirigencia política de nuestro país y de las posibilidades de reinserción laboral que ofrezca el sistema científico argentino. ¿Qué se extraña? Lo primero que surge es la familia y los amigos. Ahora, si uno se pone a analizar detenidamente, arribamos a la misma conclusión: lo que más se extraña es la familia y los amigos. Lo cierto es que en los últimos años el avance de la tecnología y las comunicaciones han hecho que las distancias se borren. Tenemos vuelos relativamente accesibles que nos cruzan el charco en pocas horas, existe el teléfono con un costo que permite hablar todos los días y, por supuesto, la ‘maravillosa’ Internet. Aquí en Francia, junto con Carolina –mi novia- leemos los periódicos de Argentina, vemos televisión de Argentina y estoy escribiendo estas líneas mientras alterno entre FM Gabriela G y Radio Líder. ¡Qué cerquita se siente a veces estar lejos de casa! De todas maneras, la teletransportación sería muy bienvenida… el dulce de leche estando lejos es aun más rico, pero a los mates les falta compañía (¡y los criollitos!!!). Los asados aquí son bosquejos de principiantes, por más esfuerzo que uno le ponga. Y el Fernet con Coca tiene otro gusto cuando faltan los amigos argentinos. “El estar trabajando en un Instituto de Investigación reconocido internacionalmente permite realmente tener contacto con diferentes culturas y proporciona un gran crecimiento profesional y, sobre todo, personal. Uno puede compartir una cerveza con italianos, españoles, franceses, indios, alemanes, suecos, noruegos, finlandeses, chinos, japoneses, por mencionar algunos. Sin embargo, nada iguala la espontaneidad y frescura latinoamericana, y eso también se extraña.” “El haber estado en muchos lugares hace que quizá uno sienta que no pertenece a ninguno, sin embargo, lo cierto es que uno termina perteneciendo e incorporando todos los lugares en los cuales vive, en mi caso – y por suerte- por elección personal.”
María Victoria Martín- (Barcelona- España) “El dónde estaba claro. Desde los 16 años tuve la idea de que viviría ‘una temporada’ en España, haciendo algún tipo de estudios. Fue después de leer la biografía de Ian Gibson sobre Lorca, ya que en esa época con un grupo de compañeras habíamos representado un par de sus obras en el colegio. La ciudad concreta la supe luego de que una compañera de Letras visitara Barcelona y me mostrara fotos de la obra de Gaudí, que yo hasta entonces desconocía. Me pareció que una ciudad que había propiciado el desarrollo de una obra tan surrealista de puertas para afuera en pleno siglo XIX había que conocerla (más tarde conociendo el fuerte pragmatismo y gravedad catalanes, lo admiré aún más: el cliché local lo resume como el seny i la rauxa, es decir, la sensatez, el sentido común frente a la ocurrencia caprichosa, el rapto de locura). El cómo llegó al año siguiente, en el ’97 supe que había dos medios para llegar a Barcelona: o ganaba un concurso de la Rock and Pop para ver a U2 en setiembre del ’98 o ganaba una beca para hacer una maestría en Comunicación y Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona. Intenté ambas, pero me salió la última.” “Lo que nunca estuvo claro fue el hasta cuándo. Finalizada la maestría, mi estancia comenzó a renovarse a plazos iterativos, pero viendo que mi ‘mes que viene’ se alargaba demasiado, fueron mis padres los que decidieron moverse y venir a visitarme. Para ese entonces ya había calificado para ingresar en el doctorado en Pedagogía, especialidad Multimedia Educativo. “En esos tiempos pre-crisis en que casi no había argentinos en Barcelona, oía el acento de alguno que andaba de turista y me quedaba un rato escuchando esas conversaciones despreocupadas y ajenas, regodeándome en los vocablos y entonaciones que yo ya comenzaba a perder. Y si no, siempre podía releer Rayuela y volver a encontrar ese pedazo de patria en la escritura.” “De aquello hace ya más de once años. Para mantenerme pasé por innumerables oficios (camarera, encuestadora, recepcionista, barman, dependienta) hasta incorporarme de manera más estable a un grupo de investigación sobre enseñanza y aprendizaje virtuales en la Universidad de Barcelona. Hasta hace poco trabajé como guionista multimedia en una empresa e-learning, ocupación que dejé para retomar mi tesis doctoral, abandonada al nacer mi hija, Emilia.” Creo que los porqués se ven y se intuyen y, además, se multiplican, porque Barcelona es una ciudad que engancha. Sin embargo, sí que hecho en falta muchísimas cosas: la familia, obvio, (este ‘obvio’ tan argentino de mis épocas que debe leerse hiperpronunciado y con la cara consecuente), las rondas de mate con amigos, el no poder caminar tres pasos sin saludar a alguien, el olor indefinible que anticipa la primavera mucho antes que los ciruelos de jardín (los odiosos ciruelos que reemplazaron a mis adoradas acacias de la infancia), los colores saturados del paisaje: atardeceres rojos y fucsia, noches transparentes cuajadas de estrellas (‘¿Cómo? ¿Estuviste en la Patagonia y no miraste el cielo de noche? Allá sí se puede ver la Vía Láctea, si no levantaste la cabeza cometiste un pecado mortal!!!’) y hasta la helada que tanto fastidiaba cuando el coche no arrancaba y había que tirar agua caliente para poder meter la llave en la cerradura. Hay tantos qués…” “Mis amigas neuquinas siempre me definieron como ‘rulfiana’, algo que quería decir que yo siempre tenía alguna historia del pueblo que contar. Creo que el calificativo me lo podrían seguir aplicando aquí en Barcelona: muchos de mis amigos de todo el mundo no saben mi apellido, pero sí saben que soy de Allen y seguramente podrían ubicarlo bastante bien en el mapa. Y es que para mí es indudable que el lugar de la patria es el de la infancia y, en ese sentido, mi patria está en un rectángulo bien definido entre las franjas coloridas de las bardas y su río caudaloso, el cañadón con su tesoro de fósiles, escarabajos y lagartijas, un campito de hormigueros gigantes tocando el final del ’25 de Mayo Oeste’ y los árboles de la Plaza san Martín y sus acequias ya inexistentes, donde era posible pescar renacuajos antes del verano”
Romina Annocaro y Daniel Mendoza- (Nimes- Francia) “Nos vinimos a Francia en abril de l995 a una pequeña comuna periférica de París llamada Suresnes ¿Por qué? Ningún motivo especial ya que en esa época no había grandes problemas, gobernaba Menem, había paridad cambiaria dólar-peso y nosotros hacía un año que nos habíamos casado, yo estudiaba inglés en Neuquén y Daniel trabajaba en una multinacional dedicada a la fruticultura. Mi hermana y su marido, que ya vivían en Francia, nos propusieron venir a trabajar con ellos en su empresa de informática. Nosotros pensamos que no nos costaba nada probar, Daniel estudió un poco de francés con mi mamá, vendimos algunas de las cosas que teníamos y nos vinimos. Los comienzos fueron bastante duros. Francia no es España. Si bien la gente es muy correcta, las culturas son muy diferentes y lo que yo siempre digo es que uno puede ‘adaptarse’, pero ‘integrarse’ es mucho más difícil. De todas manera, y aunque parezca raro, Daniel logró ‘adaptarse’ mejor que yo, a mí todavía me cuesta. Trabajamos en la empresa de mi hermana, Daniel como Técnico en Informática y yo en tareas administrativas. En el 96 nació Camila, nuestra primera hija y esto cambió nuestras vidas porque debíamos pensar también en el bienestar de ella. Yo dejé de trabajar con mi hermana, Daniel siguió por 12 años. Cuando Camila entró al jardín a los 3 años, empecé a trabajar en un complejo de hoteles como responsable de restauración. Entre tanto, en 2003 nació Mateo, nuestro segundo hijo. En julio de 2008 decidimos mudarnos al sur, buscando el sol y un poco de calor humano también (estaríamos cerca de la frontera con España y la calidez pude ser contagiosa). Fue un buen cambio: estamos a media hora del mar, a otra media hora de la montaña, a 200 Km de España, donde vamos muy seguido, tenemos mucho sol y la vida es más tranquila que en París. Vivimos en Nimes, donde vive también mi hermano mayor junto con su familia.” “Hay muchas cosas que se extrañan: las costumbres, los amigos, la familia, lo cotidiano, el juntarse a tomar mate, ir a buscar las facturas o dar una vuelta por Neuquén, o hacer un asadito en el Dique (un francés jamás lo haría) Acá si querés pasar a lo de una amiga tenés que llamar previamente, es como que te tiene que dar turno. Por eso digo que NUNCA voy a ser parte de esta cultura, la respeto, enseño a mis hijos a respetarla, pero siempre me queda ese sentimiento de ‘no pertenencia’. Nosotros seguimos alentando a los argentinos, seguimos llevando el mate por todos lados, seguimos haciendo nuestros asados ‘gronchos’, y nuestros chicos están creciendo con esa doble cultura, ellos saben que no son como los chicos franceses, son bilingües, adoran el asado, toman mate, cantan la canción de Rodrigo de Maradona y a la vez está inmersos en un sistema que en muchos aspectos es muy bueno para ellos. Hay normas básicas, como el no tirar un papelito al piso, o tantas otras, que hacen que esta sociedad funcione como tal porque desde niños aprenden reglas de convivencia elementales.” “En cuanto a la posibilidad de retorno, diría que sería muy complicado, porque así como digo que no ‘pertenecemos’ a este lugar, al haber vivido tantos años y al haber tenido hijos acá es como que nos acostumbramos y hay ciertas cosas que ya están adquiridas, nos acostumbramos a un cierto orden, como que cuando ponés un pie en la calle lo autos paran para dejarte pasar, como que jamás tenés un corte de luz, como que cuando te cobran de más te lo devuelven, como que parís en un hospital público con las atenciones de una clínica privada de allá y no te cuesta un centavo, como que la escuela pública provee a los niños de todos los libros, cuadernos y materiales, como que jamás podrías coimear a un policía para que no te haga una multa, y cientos de otras cosas que son parte de nuestra vida cotidiana y que para nuestros chicos son absolutamente normales.” “Tenemos muchísimos recuerdos de Allen. Cada vez que nos reunimos con mis hermanos terminamos hablando de Allen. Allen es ‘el tema’, contamos anécdotas, escuchamos música nacional de nuestra juventud y lo más lindo es que nuestros chicos, Camila que tiene 12 años y Joaquín, el hijo de mi hermano mayor que tiene 10, escuchan esa música, la cantan y la bailan: es como que les transmitimos todo lo nuestro. Dentro de los recueros de Allen está el Club Unión, donde pasamos mucho tiempo, sobre todo jugando al básquet, La Perla y sus ‘chocolatitos’ cuando Piturro era el mozo, Montoya y su rica comida, el boliche donde nos conocimos, ‘Rockers’, las escuelas y sus maestras, la placita del barrio, las bombitas de agua que tirábamos en el verano (que acá no existen), el Día del Niño (que tampoco existe), las Navidades con calor y la gente, siempre terminamos recordando a unos y otros, estamos horas hablando de todos ustedes. Digamos que nuestras vidas están hechas de todos esos recuerdos, son los que marcaron nuestra infancia y nuestra adolescencia y ahora que tenemos hijos y nos preguntan cómo era, qué hacíamos, les contamos y les mostramos fotos y ellos piden hablar con la abuela de Argentina y así mantenemos ese lazo indeleble que nos une a Allen.”
Gustavo Dytyniack – (Veracruz-México) “Me gradué como Ingeniero en Electrónica en la Universidad Nacional del Sur en 1998. Trabajé en empresas de la zona hasta que en octubre de 2000 comencé a trabajar en una empresa de servicios petroleros que ofrecía entrenamiento en el exterior y oportunidad de salir a trabajar afuera con posibilidades de desarrollo profesional. A principios de 2002 me ofrecieron moverme a Brasil, así que un día me encontré en un avión con ese rumbo y sin saber una palabra de portugués. Allí trabajé principalmente embarcado en plataformas de perforación como Ingeniero de Operaciones en Campo y viviendo en Macaé, cerca de Buzios (nada mal, por cierto). A mediados de 2004 regresé al Valle, pero esta vez con Juliana, brasileña, compañera de trabajo y hoy mi esposa.” “Con la misma empresa continuamos trabajando en la zona hasta junio de 2007 cuando surgió el ofrecimiento de trasladarme como Gerente de Operaciones a Veracruz, México, donde actualmente residimos. Aquí han nacido mis 2 hijos: Enzo de un año y tres meses y Valentino que nació el último 6 de mayo. La pregunta que siempre me hacen es qué camiseta van a vestir Enzo y Valentino y resulta obvio decir que la Celeste y Blanca. La madre ya está resignada. “El tipo de vida que llevamos es bastante particular, cada 2 ó 3 años es posible un movimiento dejando atrás un montón de cosas, amigos, costumbres, etc. Pero por otro lado uno sabe que vienen más amigos y cosas nuevas por descubrir (cultura, comidas, climas) y por vivir. Y lo más importante es que no reemplazamos unas por otras sino que las incorporamos, conocemos gente de muchos lugares y entre ellos muchos buenos amigos.” “Por supuesto que hay cosas irreemplazables y muchas de ellas están allá, en Allen. Por eso es allá donde me gusta volver para disfrutar de mis sobrinos, compartir una mesa con la familia, los jueves con los amigos de siempre, sentarme fuera de la casa de mis padres con un mate a ver quién pasa, conversar con los vecinos, cosas simples que no encuentras en muchos lados. “Si tengo que pensar hoy dónde tener mi hogar definitivo en un futuro, sin dudas, sería por allá. Veremos qué nos depara el destino. Por lo pronto el desarrollo profesional y de mi familia me harán aprovechar las oportunidades que se me presenten” “Me mantengo en continuo contacto con mi familia, a sea telefónicamente o por Internet, no tengo opción, recibo duras recriminaciones de mis hermanas si no envío fotos de los niños.” “Hoy estoy orgulloso de mi trabajo y de la familia internacional que formé con Juliana, mi esposa brasileña y mis dos mexicanitos, Enzo y Valentino. Pero soy consciente de que la base de todo se la debo a mis padres, Pía y Cacho, quienes con mucho esfuerzo me dieron la posibilidad de estudiar y desarrollarme.
Julieta Cavallaro- (Cancún- México) “En febrero de 2006 decidí irme a vivir a México, específicamente a Cancún. No fue una decisión demasiado difícil ya que quería un cambio en mi vida y en Cancún estaban hacía unos cuantos años mis dos hermanas mayores, Luciana y Florencia y mi sobrina Martina (hoy ya tengo tres, Martina de 5 años, Camila de 3 e Isabella de 1 añito).” “Cancún es un lugar bellísimo, con playas inigualables y con gente que te recibe con mucha amabilidad. A los dos meses de vivir aquí comencé a trabajar en una empresa italiana de plantas de tratamiento de aguas residual, me desempeño como asistente de dirección. Una vez conseguido el trabajo tuve que empezar a estudiar inglés porque en esta zona es casi indispensable. En mi tiempo libre procuro ver a mi familia, salir con amigos, ir a la playa y, cuando se puede, conocer lugares de la república.” “Con respecto al contacto con el pueblo… ahí nací, ahí crecí y eso no se olvida. Tengo muy buenos amigos con los cuales me comunico periódicamente, aunque a veces el trabajo y por la diferencia horaria complican las cosas. A un año de vivir en México tuve que regresar por la enfermedad de mi padre. Estuve allí un mes y tengo planes de visitar la Argentina a fines de este año o principios del próximo.” “¿Qué extraño? Extraño a mi familia, a mis amigos, las comidas, un buen asado y las rondas de mates y chismes… pero en realidad vivo muy tranquila en este lugar, he tenido muchas oportunidades, llevo una vida normal, puedo mantenerme sola y sin complicaciones.”
Carlos Rodríguez, Verónica Pallaoro y Juliana- (Sevilla- España) “Un día decidimos en familia iniciar un proyecto de vida distinto. A Juliana, dedicada desde muy pequeña y con mucha pasión al fútbol femenino se le plantearon una serie de oportunidades de desarrollo profesional en Europa. Es así que el 23 de octubre de 2003 nos embarcamos hacia España, pensando como residencia la ciudad de Sevilla. Actualmente vivimos en la ciudad de Mairena de Aljarafe, a 12 minutos en Metro de la Catedral, centro neurálgico de Sevilla capital.” “Nuestra actividad aquí es la siguiente: Juliana (20 años de edad) es Técnica de Fútbol Infantil, trabaja en el Club Social y Deportivo ‘Ciudad Expo’, donde yo estoy como Coordinador General de la Escuela de Fútbol Infantil (niñas y niños). Relacionado con esta actividad presenté un Proyecto Empresarial denominado Escuela Deportiva Infantil y Juvenil ‘Los Maguitos’ en la Conserjería de Innovación de la Junta de Andalucía. El proyecto fue calificado como tal además de reunir las condiciones de viabilidad técnica y deportiva”. Juliana, quien también se formó como Animadora Infantil, colabora con Verónica en su Centro de Recreación y Deporte Infantil donde se lleva a cabo un proyecto innovador (premiado por la Junta de Andalucía) que unifica educación y fútbol como deporte lúdico.” “El contacto con Allen es permanente. A diario leemos el ‘Río Negro’ por Internet, nos comunicamos con familiares y amigos y tratamos de estar presentes, aunque sea a la distancia, en todos los acontecimientos significativos de nuestro pueblo. Los recuerdos siempre están, no es que extrañemos cosas, sí momentos, vivencias.” “Nuestro regreso, después de 7 años, será para participar en los festejos del Centenario de Allen. Llegaremos a Buenos Aires en la primera semana de agosto de 2010, luego de recorrer otras ciudades estaremos en Allen a partir del 15 de agosto para presentar los días 20 y 21 el proyecto ‘El Fútbol como Integración Social’ en el que unificamos educación, fútbol como deporte lúdico y turismo social. Luego regresaremos a Sevilla.”
Nito Vega- (Upsala- Suecia) “El pedido de contar mi experiencia abrió dos puertas que suelen estar cerradas cuando se vive lejos de un lugar tan tuyo, pero al mismo tiempo tan cercano en lo esencial. La primera está emparentada con el hecho de intentar abarcar rápidamente estos 20 años fuera del país; la segunda, con despertar, por así decirlo a ese que fui allí, en mi pueblo, en Allen, lugar al que he regresado una decena de veces pero más y más como un forastero.” “En noviembre de 2000 viajé a Argentina acompañado por mis tres hijos mayores, ese verano estuvo cargado de muchas emociones y recuerdos que aún persisten, como negándose a desaparecer para siempre. Uno de los más importantes fue mi reencuentro con Mariestella Svampa con quien me une una relación que ya lleva más de 40 años; lo extraño es que nos hemos reencontrado en diferentes etapas de nuestras vidas y en diferentes lugares del mundo en los últimos 20 años. Antes de despedirnos Mariestella me entregó un libro envuelto en un paquete y me pidió que lo abriera cuando estuviese en el avión. Así lo hice. El libro en cuestión se llama “El entenado”, el autor es Juan José Saer y en la portada ella escribió:’Cuando leas este libro estarás lejos, lejos de la Patagonia, lejos de tu cultura. Habrás de ser del otro lado un perfecto entenado. Pero entonces, ¿por qué sospecho que al abrirlo algo habrá que te recuerde el silencio de la meseta?’” “La novela trata de un joven que se ha criado sin padres en la calle, en España, a principios del 1500 y que se embarca hacia América cuando recién se inicia la conquista del nuevo mundo. El joven cae prisionero de los indios que además matan a todos sus compañeros de expedición y se los comen en un ritual que más parece una orgía. A él lo dejan vivo como un símbolo de bonanza y vive con los indios diez años. Los indios son seres sumamente organizados y respetuosos y sólo sueltan su locura una vez al año cuando salen a cazar seres humanos y se los comen acompañados de alcohol y drogas, para luego de dos días volver a la normalidad más severa del mundo. Este ‘entenado’ regresará a España (lo rescatan luego de diez años) y para él la vuelta a la civilización será, al principio, un castigo más grande que los años de cautiverio junto a los indios.” “Yo me siento un poco así, como un entenado, pero aquí junto a mis indios rigurosos pero salvajes algunas veces cuando sueltan sus sentimientos, vivo en una armonía latente. Un entenado que, si lo pensamos un poco, nunca fue otra cosa, pues vengo de un pueblo que apenas tiene 100 años y de una familia que en parte dejó esta Europa no hace mucho. En un tiempo me creí un ser universal, pero con los años me identifico más como el entenado, el lugar donde vivo ahora y el lugar de donde vengo son las partes más concretas de mi existencia, son referencias que no comparto más que con los indios de acá o con los de allá.” “Cuando intento hacer un balance como ahora, ya no sé cuando lo fui más, si allá con el viento seco de la meseta o acá con las largas noches de invierno y la intensa luz del verano. Ni siquiera mi arte es universal ya. Allá en mi Allen natal crear es amar la vida, estar presente en cada instante junto a mis seres queridos, acá, crear es la lucha por entender cuál es la razón por la que me encierro a pintar durante tantas horas.” “El placer de vivir, el poder gozar de los momentos insignificantes o grandiosos que la vida nos ofrece, es mi lucha. Por eso cuando alguien me pregunta qué elijo si el arte o la vida, no lo dudo, como buen entenado, como buen sobreviviente, elijo la vida.”
Christian Martos- (Barcelona-España) “Desde siempre, mi familia, tanto mis padres como mis abuelos, me inculcaron la inquietud por conocer nuevos horizontes, por viajar todo lo posible y aprender de la experiencia que eso supone. Esto, unido a mi interés por la geografía, hizo que conocer otras culturas fuera en mí una meta constante. Fue así que en el año 2000, a unos meses de terminar la universidad, viajé a España con el objetivo de desplazarme hacia Europa del Este. Sin embargo, al pisar Barcelona quedé prendado de su belleza, de lo fácil que era comunicarse con sus habitantes y la constante posibilidad de conocer gente de diferentes rincones del mundo. Creo que lo más interesante que percibí de Barcelona fue que, a pesar de ser una ciudad grande, sus habitantes se movían como en un pueblo. Todo el mundo se saludaba, la siesta y la playa eran casi sagradas y todos preferían una bicicleta a un coche a la hora de trasladarse. Bastante opuesto a la locura impersonal de Buenos Aires. No me moví de ella en todo el mes. Y lo vi claro. Volví a Buenos Aires, terminé la universidad, finalicé los trámites para la ciudadanía italiana y me instalé en Barcelona. Terminar la universidad es gratificante pero también determina el inicio de otro camino y, de más está decir, que en los años anteriores a la crisis del 2001, los jóvenes estábamos cada vez más inquietos por nuestro futuro. Así que armé mi maleta llena de sueños y me vine un año a España a ver qué me deparaba el destino.” “Cada uno tiene una experiencia diferente así que yo cuento la mía: debo decir que los catalanes me recibieron muy bien, me brindaron su amistad y las mismas posibilidades que a cualquier español. Comencé a trabajar en el departamento de Marketing de una multinacional dedicada a la importación y distribución de frutas del hemisferio sur y me fui interesando por la publicidad hasta que, hace 3 años, me contrataron como ejecutivo de cuentas en una agencia de comunicación también orientada al sector agroalimentario. Parece caprichoso, pero el hecho de estar ligado a la fruta en tu trabajo no deja de ser un nexo con tu lugar de origen.” “Paralelamente comencé a escribir artículos para la edición española de la revista Trax como crítico de música electrónica y entrevistador de productores y djs de todo el mundo. El hecho de poder desempeñarme en otra de mis pasiones, la música, ha sido siempre un factor determinante en la decisión de establecerme en Barcelona” “Si me preguntan qué echo de menos de mi pueblo, digo que mi familia, mis amigos, los almuerzos en casa de mis abuelos, ver crecer a mis sobrinos, el aire puro, el cielo completamente azul y el verano sin humedad. Pero siempre he estado en contacto con todo esto, ya que intento viajar lo más seguido posible y con la evolución de la tecnología hoy es posible vernos y hablar desde la computadora.” “El proyecto de retorno ha aparecido alguna vez en mi cabeza y luego de un interminable cuestionario mental he vuelto al punto de partida. Siempre he dicho que el día que no me sintiera a gusto con mi vida me daría cuenta de que no vale la pena estar lejos de mi tierra. En fin, la vida da muchas vueltas y no descarto ninguna posibilidad. Me temo que el destino siempre hace su trabajo”
| | | | Marta Tenebèrculo | | | | | | | | | | | | |
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| | | | | | | | | NO detenerse en doble fila. | | | | | | |
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