Pese a los consabidos problemas con la capa de ozono y las recomendaciones de los dermatólogos que alertan sobre los crecientes riesgo del cáncer de piel, no todo es negativo en cuanto a Febo. Tomar sol tiene aspectos positivos -más allá del estético- que ya se conocían y se utilizaban desde la antigüedad.
El sol fue el primer remedio que se utilizó para combatir los ácaros, esos arácnidos minúsculos (algunos microscópicos) que viven como parásitos del hombre, plantas y animales, entre los cuales los más grandes son las garrapatas.
Pero es cierto que la exposición a intensos rayos ultravioletas y una fuerte quemadura pueden causar necrosis o muerte de las células, que deja cicatrices y que hace que la piel envejezca en forma prematura. Además, claro está, del peligro creciente del cáncer de piel.
Anteojos seguros
Las radiaciones más peligrosas son las ultravioletas, y dentro de éstas las conocidas como UVB, porque pueden lesionar el ojo. Estas radiaciones producen la denominada queratitis, que provoca que el epitelio de la córnea pueda desprenderse, después de seis u ocho horas, formándose una úlcera en el ojo.
Cuando los ojos están demasiado tiempo expuestos a este tipo de radiación, ésta se almacena en cierto modo en el cristalino sin que pueda eliminarse, por lo que, a la larga, pueden aparecer cataratas. Según la OMS, la acción de esta radiación UV en los ojos, unida al deterioro de la capa de ozono atmosférica, dará como resultado un alto incremento de los casos de cataratas, y de otras anomalías relacionadas con nuestra salud visual.
Por este motivo, las anteojos de sol son un complemento necesario en los meses de verano y se convierten en un complemento ineludible de nuestra indumentaria. Si tienen que comprar o renovarlas hay que tener en cuenta que sólo el 20% de las gafas que se venden actualmente cumplen las condiciones necesarias para garantizar una protección eficaz.
Algunos dolores intensos de cabeza, conjuntivitis y fotofobias anormales (intolerancia y temor anormal a la luz) están producidos directamente por la utilización de gafas de sol, que no disponen de los filtros adecuados para evitar el paso de la radiación ultravioleta a los ojos.
Protección de la piel
Las quemaduras solares no se manifiestan hasta que ya es tarde. Si además, sopla una brisa fresca, se tarda aún más en advertir el problema. Los rayos ultravioletas, causantes de las quemaduras, atraviesan las nubes, por lo cual uno no debe confiarse porque el día esté nublado. En zonas nevadas, en el mar o en los desiertos los rayos solares se reflejan en la nieve, el agua y la arena, respectivamente, incrementando los efectos del sol.
Lo ideal es no cometer la torpeza de quemarse evitando la exposición al sol, especialmente cuando las radiaciones son más intensas, entre las 11 y las 15 horas, porque en ese lapso llegan más de dos tercios de los rayos ultavioleta que recibe el planeta. Usar un sombrero, un pañuelo que proteja el cuello si es necesario y llevar cubiertos brazos y piernas, así como ponerse protector solar en las zonas descubiertas del cuerpo es la mejor forma de prevenir.
Las cremas con un filtro de factor 20 ó 25 son suficientes para proteger la piel sensible. Las hay con factor aún más elevado, pero no debe tenerse la falsa impresión de mayor seguridad.