"¿Dirigir? El entrenador está durmiendo la siesta", había dicho Carlos Bianchi poco antes de la renuncia de Alfio Basile a la dirección técnica.
Los dirigentes xeneizes, cuya máxima aspiración desde que Bianchi se hizo cargo de la labor de mánager era que se pusiera otra vez el buzo de DT algún día, no pudieron cumplir con su misión. El mánager, cuyo contrato vencía en junio, no aceptó el ultimátum de la directiva de ser el reemplazante del Coco y renunció a su cargo.
La abdicación del "Virrey" se produjo tres días después de la renuncia de Basile, cuyos colaboradores arremetieron duramente contra Bianchi. La desvinculación se oficializará recién hoy en Buenos Aires, sea a través de una conferencia de prensa de Ameal en ocasión de la presentación de Jesús Méndez como flamante jugador del club, o mediante un comunicado de prensa.
Ya ni siquiera Ameal, el hombre que llevó a Bianchi casi al máximo poder en el club, aceptó que continúe en la función que lo fue erosionando en el ambiente xeneize, que reclamó una y otra vez que asuma como DT.
Según se supo, Ameal y Bianchi decidieron en la madrugada de ayer poner fin a la relación, que se inició un año atrás, cuando el presidente recién asumido por la muerte de Pedro Pompilio, lo eligió para manejar el fútbol, y licuar el poder de los vices Beraldi y Crespi.
Entrada la mañana, Marcelo London, el dirigente que ganó poder por la confianza que le depositó Bianchi, Rómulo Zemborain, y Beraldi, lo intentaron convencer, pero mantuvo su postura de no aceptar el reto del tercer período como entrenador y apostó a Abel Alves como técnico interino con posibilidades de seguir hasta junio y allí sí calzarse el buzo.
Así como Ameal había aceptado que Bianchi se abstuviera de reemplazar a su amigo Carlos Ischia, quería tenerlo como DT, como todos los dirigentes xeneizes, si defeccionaba el siguiente técnico. Y tras un semestre sin luces y con muchas penas, se fue Basile. Era el tiempo de Bianchi, pero no acató el pedido.
Bianchi había asumido con un contrato por tres años a cambio de 1,5 millón de dólares, aunque bajó a la mitad su sueldo haciendo causa común con el achicamiento de gasto del club.
Armó una pretemporada en Europa que dejaron buen rédito pero desgaste de los jugadores que no encontraron rumbo durante los últimos seis meses. Peleó y logró repatriar al arquero Roberto Abbondanzieri, de flojo rendimiento.
Ninguna gestión salió con beneficios para Boca, al menos en los números deportivos.