El músico Raúl Porchetto avisa que no está "muy de ánimo". Igualmente acepta charlar con "Río Negro" sobre Sandro, el artista, y también accede a hablar de Roberto Sánchez, su amigo del alma que falleció el lunes pasado, tras luchar durante varios años por una afección en su corazón (y pulmones) debido a su adicción al tabaco.
Tras 17 años de amistad, Porchetto conoce como pocos la intimidad del autor de "Rosa, Rosa", "Tengo", Por ese palpitar", entre otros grandes éxitos que vendieron millones de copias y con los que atravesó el continente, llegando hasta el Madison Square Garden.
Si bien no le "convencía" la posibilidad de que su amigo se sometiera a un trasplante, porque le parecía "muy doloroso", Porchetto jamás le dijo que no lo hiciera. "El que decidía era Roberto. Yo no iba a opinar. Nuestra amistad se cimentó en el respeto", expresa con discreción. "Nuestra amistad, sembrada en la confianza, fue creciendo de a poco. Roberto era una persona muy reservada, de mucha integridad", dice.
Porchetto y Sandro no tuvieron hermanos, un condimento que moldeó su relación de un modo especial. "Los domos fuimos hijos únicos. Nuestra amistad era tan linda que en varias notas salió diciendo que yo era su hermanito menor. Y se comportaba así, con la calidez y el cuidado de un hermano, cosa que a mi me halagaba", comenta.
-¿Qué podés contar de la intimidad de Roberto?
-Como era él, manejó su carrera. No se prestó nunca a un juego de lo mediático. Eso fue algo que siempre admiré y respeté. Yo era un poco más el amigo de Roberto que de Sandro. Como artista lo admiraba por su aporte al cancionero popular y por su talento. Pero nuestra amistad se sostuvo por puntos y conductas en común como tiene que ser entre amigos.
-¿Qué cosas compartían?
-Sueños, ideales... Un montón de cosas y momentos. El era una persona muy instruida y culta, entonces la charla no se agotaba en dos o tres temas. Podíamos hablar de lo que fuera con él. Tenía una mirada muy lúcida e interesante de las cosas. Realmente fue rico ver crecer esa relación. Si bien a veces hablábamos mucho de música por nuestra profesión y lenguaje como personas, podíamos estar conversando de cualquier otra cosa.
-¿Cuándo fue la primera vez que se vieron?
-En la casa de él, hace 17 años. Nos presentó un amigo en común. Obviamente yo ya conocía sobre él, y viceversa. Los dos somos reservados, con un perfil de no mezclar lo profesional con lo personal.
-Poca gente entró a la casa de Sandro en Banfield.
-Era muy amable pero ponía un límite muy grande respecto a su casa.
-Se juntaban siempre en su casa, ¿cómo era?
-Sí, él era de pasar mucho tiempo allí. Era una casa linda, muy simple, como él. Tenía el barrio. Si no había otros invitados, nos reuníamos en la cocina y se comía ahí.
-¿Cuáles eran los temas que más los atraían, esos de los que charlaban y no se daban cuenta del paso del tiempo?
-Los dos siempre admiramos mucho a los místicos y la búsqueda personal e interna de lo trascendente de la vida, más allá de las cosas cotidianas. Eso nos apasionaba y nos llevaba horas.
-¿Qué explicación le encontrás al fanatismo de sus seguidores y a las más de 40.000 personas que fueron a despedirlo?
-Creo que hay una mezcla muy difícil de explicar. Primero está el talento, porques sin talento nadie puede alcanzar ese grado de popularidad. Era un magnetismo muy especial. Como llevaba y sobrellevaba ese talento, porque hay mil formas de hacerlo. A su vez fue siempre sencillo. También creo que el inconsciente colectivo valora mucho y respeta al que se sabe respetar. Él se respetaba mucho a sí mismo y en esa medida podía respetar a los demás. A lo mejor, la gente sin intelectualizarlo ni analizarlo tanto lo vibraba así. Era una persona creíble por su conducta, por lo que decía y por lo que no decía.
-¿Por qué no se involucró en política?
-Era muy cuidadoso. Se cuidaba mucho en todas la áreas y supongo que en eso también.
JUAN IGNACIO PEREYRA
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