El escritor y periodista Rodolfo Braceli entrevistó a Roberto Sánchez el día anterior a que el cantante cumplía 35 años. Cuenta el autor que el encuentro -parte del cual se reproduce a continuación- fue "en un cafecito de Banfield, al compás de una botella de whisky" y el músico dijo: "Estamos muy mal educados desde la escuela. Así como vamos, lo único que puede prosperar es el chanterío".
-Sandro prosperó. ¿Es un chanta Sandro?
-Te podría decir que no; preferiría demostrarte que no. Para decirlo con esa frase gastada: soy un tipo realizado. Yo soñé mucho, pero con acción, sabiendo adónde iba. ¡Salud!
-¡Salud! Antes de que perdamos el conocimiento, decime, ¿vos sos Sandro?
-No. Yo soy Roberto Sánchez y hago de Sandro como si hiciera de Batman.
-¿Y cómo es tu personaje?
-Es un atorrante tierno, un desfachatado muy respetuoso. Con alta dignidad de trabajo. Sé que un cantante de pronto es más importante que un político: recibe todo el amor y todas las frustraciones del mundo. Y encima le pagan sin tener que prometer nada. Lo menos que puedo hacer es matarme en el escenario.
-¿Para quién canta Sandro?
-No quiero favorecer la corrupción diciendo que canto para las masas. Linda mentira. Canto para mí. Lo mío es un divertimento, cargado de humor, a veces mechado con cosas pseudoprofundas. Nunca quise ser apóstol ni profeta.
- Sos frívolo?
-Soy frívolo. Si te respondiera que no sería un chanta. Y ser chanta es algo que me revuelve la sangre. La famosa viveza criolla sigue a la orden del día. Todo lo que nos pasa es producto del chanterío.