Alberto Fujimori, el hombre que apareció de la nada en 1990 para convertirse en gran protagonista de la historia de Perú, añadió hoy un capítulo determinante en su extraña carrera, al ser condenado definitivamente a 25 años de cárcel por 25 asesinatos y dos secuestros.
Fujimori tendrá 93 años cuando termine de cumplir su sentencia y 86 cuando pueda por primera vez reclamar beneficios penitenciarios pero no podrá ser objeto de indultos o amnistías, ya que fue condenado por delitos de lesa humanidad, por lo que parece destinado a terminar sus días en prisión.
El ex mandatario peruano apareció en el firmamento político peruano en 1989, cuando quiso postularse al Senado y, como era desconocido, inscribió además su candidatura a presidente, lo que le permitiría mayor exposición durante la campaña proselitista.
Entonces, Fujimori, hijo de japoneses e ingeniero agrónomo con posgrados en física y matemática, tenía 51 años y dirigía una universidad estatal de Lima, La Molina, famosa por su perfil técnico y su baja exposición política.
Dos semanas antes de las elecciones presidenciales de 1990, Fujimori, candidato por Cambio 90, un partido con una propuesta populista que prometía "honradez, tecnología y trabajo", estaba quinto en las encuestas con uno por ciento de intención de voto.
Sin embargo, en la mayor sorpresa de la historia electoral peruana, pasó a la segunda vuelta junto al candidato de la derecha, Mario Vargas Llosa, y lo derrotó sin otro discurso que el rechazo a la reforma económica neoliberal que prometía el prestigioso novelista.
Según recuerda una crónica de la agencia noticiosa DPA, el 28 de julio de 1990 Fujimori llegó al gobierno con apoyo del saliente gobierno aprista -sucedió al primer mandato del actual presidente Alan García- y de la izquierda que influyó notoriamente en su primer gabinete.
Tras unas pocas semanas en que el gobierno pareció desorientado por su inexperiencia y por la violencia terrorista, Fujimori dio un giro: aplicó el programa económico que le había criticado a Vargas Llosa, se peleó con los "políticos tradicionales", se alió a los militares y comenzó a desarrollar una gestión autoritaria.
Veinte meses después de haber asumido, el 5 de abril de 1992, clausuró el Parlamento con el argumento de que la mayoría opositora obstaculizaba su gestión de gobierno e intervino el Poder Judicial, en lo que fue considerado como un autogolpe de Estado.
A partir de entonces, consolidó una de las administraciones más polémicas de la historia republicana de Perú y de la mano de su entonces todopoderoso asesor Vladimiro Montesinos gobernó con mano dura hasta que la corrupción inocultable hizo desplomar el régimen, en noviembre de 2000.
Entonces, con la excusa de un viaje oficial a Asia, pidió asilo político en Japón, país del cual también es ciudadano, y permaneció allí, eludiendo a la justicia peruana, hasta que en 2005, sorpresivamente, viajó a Chile, donde fue detenido a pedido de Perú y extraditado en septiembre de 2007. Fue el principio del fin.
Télam.