Cuando por estos días el sociólogo Manuel Mora y Araujo es consultado sobre la relación gobierno nacional - oposición, responde con una sentencia contundente:
- A los Kirchner les metieron un gol, pero lograron rápidamente el empate...
Y luego fundamenta, en este caso, en entrevista con la revista "Debate" .
- Si el país tuviera una oposición organizada, como en cualquier democracia medianamente lógica, una mala elección del oficialismo contribuiría a cambiar las cosas. Acá no. ¿Por qué? Porque hay una demanda de algo distinto que no se cuaja en una oferta clara y porque la sociedad no quiere que se pierda la gobernabilidad. Todo eso hace que el escenario sea un poco más incierto, pero más por la desestructuración opositora que por las falencias del oficialismo...
El flamante rector de la Universidad Di Tella es un estudioso consumado de las características que definen a la oposición a lo largo de la transición. En un trabajo publicado en el 2007, semanas antes de las elecciones presidenciales ganadas por Cristina Kirchner, Mora y Araujo sintetizó los perfiles que condicionan, desde el propio desarrollo de la historia argentina, a la oposición.
Varios de esos rangos siguen siendo útiles para reflexionar sobre el presente. Veamos:
* Personalismo: nuestra historia desde Caseros hasta hoy puede ser resumida en unos pocos nombres dominantes. Pero, además, esos personajes descollaron en un ambiente donde gran parte de la política giraba alrededor de personalismos extremos. El ideal de una sociedad gobernada por instituciones no se ha materializado nunca; seguimos siendo una sociedad gobernada y orientada por liderazgos personalistas.
* Ideologismo. El apego a generalidades abstractas -de izquierda o de derecha, o de otro ángulo- sigue inspirando en medida excesiva y, sobre todo, desconectada de las preocupaciones reales de la sociedad, a gran parte de la "clase política" de nuestro país.