| Tiene 34 años y considera que tomar imágenes es su forma de rebelarse, de sentirse útil, más humano, más vivo, en un mundo que parece alejarse cada vez más de la paz, día a día, dice él. Brasil, Perú, Chile, Bolivia, Paraguay, Caribe, España, Guatemala, Kenia y Congo son parte de sus últimos recorridos. Pero Madagascar es "el" lugar para su filosofía de trabajo, admite. "Me arriesgo porque si no se tomaran esas fotografías nadie tendría constancia de lo que pasa y yo quiero asegurarme de que la gente conozca, que no puedan escudarse tras el no sabía". No se trata de querer ser un héroe. Pero gritar el horror desde una foto es su misión, concluye. | |