| -¿Cómo vivís ahora lo que una vez dijo Mercedes Sosa acerca de que vos eras su heredera? -Mal. Me parece que ella amaba a los cantores. Le gustaban muchas cantautoras y cantantes y le gustaba compartir música. Algún día habrá pensando eso por un disco mío que escuchó, y lo dijo. Eso no quiere decir que no perciba que le gustaba lo que yo hacía, y le gustaba mucho. Me apreciaba y me quería mucho. No es fácil hablar de esto. La herencia de Mercedes no consiste en nombrar a uno u a otro. Es la capacidad, a parte de su voz eterna, enorme para ubicarse en el vértice justo entre la música popular y las vanguardias artísticas y políticas. Ella fue una de las creadoras del Nuevo Cancionero en los 60. No se puede resumir a Mercedes en una frase: "una mujer comprometida". No alcanza para ese concepto para explicarla. Fue una mujer asombrosa, de ideas totalmente populares por un lado y otras en donde ella tenía la absoluta claridad de que había que revolucionar el mundo en términos musicales. Pero nadie debe olvidar que fue el Nuevo Cancionero y quienes participaron. Esa es la herencia de Mercedes. Eso es muy importante. Y ante esa herencia, que es una mochila pesadísima, no se puede cantar como si ella no hubiera cantado. -¿Cómo es eso? -Hay que escucharla mucho, ver cómo hizo para amasar ese estilo que amasó. Lo que hacía con su voz: esos pianísimos agudos, ese fraseo, esa fuerza. Además es extraordinario que haya existido como cantante porque en mi caso, y esto lo conversé con ella, yo la imité durante años y después en la desesperación por separarme de su voz, fui amasando mi propio estilo. | |