TEGUCIGALPA.- Tres meses después de que el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, fuera derrocado a punta de pistola, crecen los temores de nuevos estallidos de violencia, mientras se desvanecen las esperanzas de una salida para la grave crisis política que sacude el país.
"El retorno de Zelaya cambió radicalmente la situación. Su presencia impide que los autores del golpe puedan seguir adelante como si nada hubiera ocurrido", afirmó el experto en temas latinoamericanos Miguel Tinker Salas, del Pomona College de Estados Unidos.
Por otra parte, la base de apoyo del gobierno en la elite empresarial local tendía a decaer desúes de que el toque de queda y cierre temporario de aeropuertos causaron pérdidas de millones de dólares. "Algunas de esas personas están presionando al gobierno de facto", comentó el escritor y analista hondureño Eduardo Bahr.
Muchos opinan que, en realidad, el gobierno golpista presidido por Roberto Micheletti está empleando tácticas dilatorias para impedir el regreso de Zelaya al poder hasta las elecciones presidenciales fijadas para noviembre.
Pero la lentitud de las negociaciones también puede beneficiar a Zelaya, quien reiteró sus llamados a una reforma constitucional, el tema central de la disputa que llevó a su derrocamiento el 28 de junio. Si bien su mandato debe concluir en enero y él estará inhabilitado para un nuevo período, el movimiento en su apoyo crece desde que se instaló en la embajada brasileña en Tegucigalpa. (AFP)