WASHINGTON.- El giro de Obama en lo que se refiere al escudo antimisiles no es completamente inesperado. Ya en marzo, cuando apenas llevaba un par de semanas en el poder, el presidente estadounidense lanzó un globo sonda.
En Washington se dio a conocer una carta secreta enviada por Obama a Moscú según la cual Estados Unidos estaría dipuesto a renunciar al controvertido escudo antimisiles. En contrapartida, Rusia debería ayudar a apartar a Irán del desarrollo de misiles de largo alcance. La noticia cayó entonces como una bomba. No es sólo un intento de abrir un nuevo capítulo con el presidente ruso, Dimitri Medvedev, sino también de reconducir las relaciones con Irán trás 30 años de parálisis diplomática.
El plan de Bush avocó las relaciones ruso-americanas a una nueva edad de hielo. Moscú tembló de rabia y se sintió amenazada a las puertas de su propia casa. Al poco de la elección de Obama en noviembre, Medvedev lanzó un aviso: si EEUU seguía adelante, Rusia desplegaría misiles Iskander en la región báltica de Kaliningrado. En opinión de Moscú, con su plan de escudo antimisiles EEUU había cruzado la "línea roja" y amenazaba una vuelta a la Guerra Fría.
Pero Obama lo tuvo claro desde el principio: para apartar a Irán de su programa nuclear necesitaba la ayuda de Rusia. Sólo con su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia ya tiene un poder decisivo. Pero además Las relaciones diplomáticas y comerciales de Moscú y Teherán ortorgan a Rusia "alguna influencia en Irán". En el pasado siempre fue Moscú el que se opuso a la línea dura de Washington contra Irán. Obama también tenía claro que si quería un nuevo comienzo con Moscú tendría que asumir la decepción y las quejas de Praga y Varsovia. La posibilidad de conseguir avances con respecto a Irán es una razón más para la nueva política de Obama. Al menos y después de un año, Teherán está de nuevo dispuesta a volver a sentarse con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. (DPA)