CERVANTES (AR) .- Sin plazas, alejados y casi incomunicados niños y adolescentes del barrio Puente Cero de Cervantes comenzaron hace unos meses a participar de talleres y actividades lúdicas organizadas por estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Fadecs) de Roca. El domingo los más grandes iniciaron los primeros trabajos para construir una huerta. Como parte del mismo proyecto, mujeres del barrio La Defensa se capacitarán en producción de alimentos.
Desde principio de este año cuatro estudiantes de Trabajo Social de la Fadecs decidieron, a partir de una propuesta de la municipalidad de Cervantes, realizar servicios de extensión comunitaria para concretar sus materias prácticas, en dos barrios marginados y alejados de la localidad: Puente Cero y La Defensa.
"Puente Cero es un barrio muy retirado, no tiene plazas, ni medios de movilidad constantes, los chicos están como encerrados por eso cuando hay actividades como éstas se ponen como locos", relató una de las estudiantes, Norma Reyes sobre una realidad que se repite en La Defensa.
Este aislamiento hace que luego de la escuela, niños y adolescentes tengan horas de tiempo libre sin ninguna actividad que los atraiga. Más de 30 chicos llenaron ese ocio con los talleres que brindan los sábados dos estudiantes. "Tienen un fin educativo y lo canalizamos a través de juegos, arte y expresión", comentó Norma, quien trabaja en conjunto con Silvina Vogel. "Los pequeños grandes trabajadores de Puente Cero", es el nombre que se autoasignaron los más chiquitos y con el que se reconocen ante el barrio. Además, de participar de los talleres le dieron vida a las dos garitas de colectivo que hay en el lugar, con pinturas, colores y dibujos de animales.
Con los adolescentes la creación de un lazo fue más difícil. "Les cuesta más acercarse y relacionarse con gente desconocida pero de a poco se van sumando", sostuvo Norma, entusiasmada mientras contaba la experiencia de un nuevo joven que se alistó para construir la tan esperada huerta. El domingo unos10 adolescentes, en su mayoría varones, comenzaron con las tareas para construir un pequeña huerta.
Luego de remover la tierra, esperar que llegue el agua de riego y plantar las primeras semillas, la meta final será crear una alternativa económica. "Una vez que tengamos los cultivos, queremos envarsarlos para venderlos y consolidar un mini comercio", explicó Norma. Otro de los objetivos es fortalecer en los chicos sus capacidades creativas, la solidaridad, el cooperativismo, la participación y los lazos sociales.