Rosario, la ciudad natal de Lionel Messi y la cuna de la "Iglesia Maradoniana", fue el lugar elegido por el seleccionado para afrontar el duelo crucial camino a Sudáfrica 2010. Con la mudanza, el entrenador nacional le hizo un desplante a los dirigentes de River, pero además busca recuperar el fuego entre los fanáticos, que en los últimos partidos se fue apagando.
Allí, todos esperan por la consagración del mejor jugador de Europa en un seleccionado dirigido por el mejor de todos los tiempos. Allí, el Gigante de Arroyito será una caldera, recalentada con el correr de la semana producto de una intensa guerra psicológica entre los dos planteles.
Miles de personas acamparon durante días para conseguir una entrada y engalanaron la ciudad. Ayer, en poco más de cinco horas, se agotaron las 16.500 populares y la reventa funcionó a full, al punto que hubo plateas de 350 pesos que se pagaron hasta 1500.
"Tenemos que ir al combate", "vamos a querer comerlos", "vamos a salir a ahogar a Brasil", fueron algunas de las frases (la mayoría del siempre verborrágico Maradona) de la estrategia argentina que pusieron a hervir el ambiente, mientras que los rivales no se quedaron atrás, aunque hubo algunos como Robinho que bajó los decibeles. "El ambiente de guerra es más favorable a ellos que a nosotros. Lo que tenemos que hacer es jugar nuestro mejor fútbol, ganar y salir clasificados al Mundial", dijo el Manchester City.
Este derby increíble tiene de todo, hasta la pícara desconfianza de Brasil de llegar con 220 botellas de agua mineral a Rosario.
Los visitantes no quieren que se vuelva a repetir el incidente del 24 de junio de 1990, durante el Mundial de Italia, cuando Branco tomó de un bidón de agua con sedantes, hecho que fue confirmado muchos años después por el propio Maradona. El "Diez" agradece el apoyo popular, el mismo que nunca le soltó la mano, ni cuando estuvo en el cielo ni en el infierno. "Me parece que eso es increíble, porque lo despierta el fútbol, lo despiertan los muchachos, la selección, eso me pone muy bien", aseguró.
Cambiar de escenario del histórico Monumental (jugó 41 partidos en eliminatorias y perdió solo uno) al de Central es parte de una estrategia de Maradona y sus jugadores para que soplen como un ciclón el griterío y los cánticos, en medio de un mar de banderas.
Incluso dejaron de lado que hasta ahora el Gigante de Arroyito no funcionó como "jugador número 12", porque en las únicas dos veces que se enfrentaron hubo un triunfo brasileño por 1-0 en la Copa América 1975 y un empate 0-0 en el Mundial 78.
"Los tenemos que meter adentro del arco", instó Messi, a quien Diego Armando elogió en las últimas horas por verlo "rápido, concentrado".
Sobre La Pulga estarán puestos todos los ojos. Es la vuelta del Mesías (aunque salió de Newell´s) a una ciudad que por esas cosas del fútbol, nunca lo vio en vivo y en directo.