La decisión de reemplazar por algunas clases complementarias el período de exámenes de diciembre tiene la indisimulada intención de evitar que en las estadísticas educativas figure lo que a todas luces sucedería si la evaluación y la acreditación se hiciera con la modalidad habitual: que un porcentaje elevado de alumnos no lograría obtener un siete, nota requerida para la promoción de una materia.
Puede ser que, al hacerlo, se conforme a los distintos actores del sistema, puesto que se neutralizará el malestar de padres y alumnos ante un fracaso generalizado. También, es lógico, el gremio Unter ha dado su acuerdo, puesto que así los docentes no tendrán que seguir dando clases a cursos casi enteros hasta fin de diciembre, método que ya había sido aceptado como compensación por los 46 días de paro de principio de año, cobrados en su mayor parte.
La decisión, así, encubrirá la realidad de déficit de días de clases y su lógica consecuencia pedagógica.
Y, lamentablemente, hará que sólo los alumnos paguen los costos de un ciclo lectivo en el que sus derechos fueron vulnerados -ahora- por resolución ministerial.
ALICIA MILLER
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