LAS GRUTAS (ASA) - Son hiperactivos y revoltosos, aman pasear por las costas de Las Grutas pero tienen un comportamiento esquivo cuando alguien pretende acercarse amistosamente. Los encargados de contabilizarlos pudieron dar fe de que estos 63 vecinos que comportan tan reprochablemente, continuarán haciéndolo debido a los dictados de su naturaleza, y aseguran que ningún residente del balneario optaría por mudarse al saber que se ve en la obligación de convivir con ellos.
Es que este extraño grupo de residentes liderado por ´Hilda´ (que según los registros desde 2001 es una asidua concurrente de la bahía San Antonio) es nada menos que una colonia de delfines ´nariz de botella´ que según pudo determinar una investigación científica que comenzó hace tres años reside de manera permanente en las aguas del lugar.
La buena nueva acerca de la existencia de estos simpáticos integrantes de la población estable de la villa balnearia está fundada en un exhaustivo trabajo que viene desarrollando la fundación "Marybio", un organismo encabezado por dos jóvenes biólogos marinos que cuenta con el respaldo académico de una reconocida universidad de Bélgica.
"Podemos afirmar que este grupo de 63 individuos que tenemos identificados mediante un seguimiento fotográfico residen en la bahía porque fueron vistos por nosotros en esta extensión de costas al menos una vez por mes durante los 12 meses que conforman el año, teniendo en cuenta además que nuestra investigación comenzó en 2006, y que hay ejemplares, como el delfín hembra que bautizamos ´Hilda´, que gracias al aporte fotográfico de un poblador del balneario pudimos determinar que está presente en la zona desde 2001" manifestó Els Vermeulen, una de las científicas del grupo.
El arduo trabajo que Els desarrolla junto a Alejandro Cammarieri consiste en la sistemática realización de avistajes que pueden realizarse desde la costa o adentrándose al mar en alguna embarcación.
"Al comenzar la investigación dividimos la bahía San Antonio en distintas zonas, y para relevarlas nos apostamos en lugares estratégicos para dar inicio a las sesiones de observación que tienen una duración mínima de cuatro horas, o realizamos salidas embarcados a bordo de lanchas por las zonas elegidas" relató Cammarieri.
La observación del comportamiento de los delfines se realiza a través de telescopios y binoculares, pero para llegar a identificarlos la tarea que debe efectuarse no es para nada sencilla, ya que la simple contemplación no devela las particularidades que definen a un ejemplar de otro.
"La aleta dorsal de los delfines, sobre todo en el caso de los ejemplares adultos, posee cortes y cicatrices producto de peleas o que surgieron a través del tiempo por las diferentes actividades que realizan en su medio, y estas marcas que a simple vista no son demasiado evidentes son fotografiadas por nosotros, para luego conformar un ´catálogo´ que a través del ´buscador´ de un programa informático especial determina cuáles de estas fotografías corresponden a un mismo individuo" relató Els.
"Por eso al volver con las fotos tomadas en una sesión de avistaje mediante el uso de este sistema podemos precisar qué individuos vimos ese día, o de lo contrario saber que se incluyó un ejemplar nuevo en nuestra base de datos" explicó Cammarieri.
Aunque los científicos argumentan que es difícil determinar si se va incrementando la densidad poblacional de las colonias de delfines debido a que la investigación realizada lleva sólo tres años, están seguros de que por sus condiciones naturales la bahía San Antonio "es uno de los mejores lugares que existen para el avistaje de la especie".
"Nosotros consideramos a este sitio como un verdadero ´refugio de delfines´ porque está comprobado que desde la década del 80´ la distribución de estos cetáceos cambió, y fueron abandonando la costa de la provincia de Buenos Aires y acercándose a las costas patagónicas, en las que reinan" afirmó Cammarieri.