BAJO DE SANTA ROSA (AN).- Durante la campaña que se realizó en noviembre del año pasado hubo una excursión insólita: ocho metros bajo tierra en un jagüel.
Ocurre que hace muchos años, el hombre que hizo el pozo se encontró con el fémur de un hadrosaurus. Y siempre se supuso que allí abajo o en las paredes podría haber más restos.
Mediante un pozo se baja hacia el pasado. Es que en la parte superior están las capas más jóvenes de la tierra.
Osado, Leonardo Salgado bajó por el aljibe para investigar amarrado a una soga. Encontró un mundo perdido. Y podrido. Zorros, cuises, serpientes, ratas, caranchos y alimañas en el fondo del agua helada. Todos contemporáneos del ser humano y ningún fósil del Cretrácico.
En el lugar ocurren cosas llamativas, cuenta Daniel Cabaza. Está lejos de todo y sólo hay siete casas, que ellos generosamente llaman pueblo.
Hace unos años, en una excursión particular, Daniel Cabaza se encontró allí con una secta de pastores ugandeses empecinados en salvar las almas de los lugareños aunque no sabían ni pizca de castellano.
Nadie supo explicar cómo los africanos llegaron al lugar. Y si es que ellos lo hicieron nadie los entendió.