Alfredo Alcón, acostumbrado a los grandes clásicos del teatro universal, reconoció el riesgo de quedar apegado al personaje al punto de confundir ficción y realidad.
"Los actores que se transforman y creen que son ´Otelo´ y matan a la mujer -ejemplificó el actor- me hacer pensar que desde antes ya tendrían ganas de matarla. Eso no tiene nada que ver con el arte, es enfermedad".
No obstante es cierto que el actor es su propia materia prima y trabaja con sus emociones pero cuando está actuando, aun en el momento de climax, hay una parte de él mismo que está manejando la situación, que lo está conduciendo.
"Es como el pintor que elige dónde pone el azul y dónde pone el verde, siempre hay razones más o menos precisas aunque no se puedan enunciar claramente", sostuvo.
Con respecto a la dirección de actores fue también preciso y terminante: "No me gustan los directores que creen que lo saben todo y uno tiene que acceder en tres meses a su sabiduría. Me gustan los que me llamaron porque cuentan con mi imaginación, que no quieren que lo haga como ellos lo imaginaron en el living. Porque cuando se recibe la mirada de otro actor que no estaba en el living, se derrumba toda teoría y uno se enfrenta a algo que no había imaginado". (Télam).