"El silencio era una campana invisible para imaginarse todas las cosas. Era mejor imaginar antes de dormir, porque soñar, yo no soñaba nunca. La almohada tenía un descosido por donde seguramente se me iban los sueños.
Por eso un día se me ocurrió utilizar ese huequito para guardar mi tesoro secreto. Era un pedazo de collar que había encontrado una vez en la orilla del río. Sólo cuatro perlas, nada más. Pero eran luminosas y rompían la oscuridad. El secreto consistía en hacerles un techo de mantas, para que nadie se despertara y fuera posible pensar en ellas. Después del peine, mi tesoro era lo más valioso del mundo"
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"Fui hasta la cocina y preparé el mate. Mamá estaba por llegar. Cuando está llegando se escuchan los pasos sobre las piedras. Es raro, en estas piedras de las orillas los pasos no dejan huella. Son invisibles los pasos de los que van y vienen cada día (...).
Pensaba en el frío que castigaba su espalda. Y me daba mucha rabia no poder acompañarla, para ir conversando, porque la conversación hace pasar el frío y la soledad".