EL PARAISO, Honduras .-Casi un mes después de haber sido expulsado en pijama y a punta de pistola, el destituido presidente hondureño, Manuel Zelaya, pisó ayer su país, pero por apenas una hora.
Impulsado por sus seguidores, 'Mel' levantó la cadena del control fronterizo de Las Manos (Nicaragua) y dio unos pasos en territorio hondureño, posando ante un gran cartel que rezaba "Bienvenidos a Honduras". Tras el gesto, el presidente volvió al puesto fronterizo de Nicaragua.
Esea acción fue evaluada como "imprudente" por Estados Unidos, por el riesgo de que generara hechos de violencia. De allí a que Zelaya decidiera dar marcha atrás
El gobierno golpista reiteró anoche que lo detendrán si penetra en el país, aunque el contingente de soldados y policías apostados a pocos metros de la frontera no lo capturaron de inmediato cuando penetró unos metros en territorio hondureño.
Zelaya llegó a saludar con un apretón de manos al teniente coronel Luis Ricarte, y le pidió que lo comunicara con el jefe del Estado Mayor Conjunto, Romeo Vásquez, el mismo que hace 26 días ordenó que lo detuvieran en su casa y lo expulsaran del país. "Comuníqueme con el alto mando", le pidió Zelaya al militar.
El objetivo es "decirle que yo estoy aquí, que quiero comunicarme con él para decirle que vuelva la paz a la familia hondureña", relató. Según Zelaya, el militar le dijo: "Nosotros no tenemos nada contra usted".
Una hora después de hacer esa incursión simbólica, el mandatario se encontraba en la zona limítrofe entre Nicaragua y Honduras, pues decía estar a la espera de sus familiares, seguidores y de comunicarse con mandos militares hondureños.
Finalmente se internó nuevamente en Nicaragua.
Nervioso y dubitativo para desesperación de sus seguidores, Zelaya no dejó de hablar por teléfono en casi todo el tiempo, vestido a la usanza del campo, con pantalón y chaleco negro y camisa blanca y tocado con su eterno sombrero de vaquero.
Dijo a la cadena Telesur que dio marcha atrás ``con el fin de garantizar la paz. No quiero ir a provocar y que ellos tengan que dispararme y después no puedan resolver este problema porque si me hacen un daño, si me asesinan el problemas no se va a revolver, se va a hacer más grave''.
``Se puede producir violencia y no quiero ser la csua de esa violencia'', añadió.
Los simpatizantes de Zelaya que enfilaban rumbo a la frontera se toparon con numerosos controles militares y policiales y obstáculos en las carreteras para impedirles su cometido; en algunos puntos se registraron disturbios y se reportó de una persona herida leve de bala.
En al menos dos oportunidades la policía dispersó a un grupo de seguidores de Zelaya que manifestaban en un punto de control a unos 10 kilómetros del puesto fronterizo de El Paraíso, por donde el presidente derrocado incursionó y en el cual un nutrido contingente de policías formó una barrera.
La pretensión de Zelaya de regresar por sí mismo recibió críticas internacionales a Honduras.
La secretaria estadounidense de Estado Hillary Clinton la calificó de ``imprudente''.
El secretario general de la Organización de los Estados Americanos, José Miguel Insulza manifestó que ``siempre he querido que el presidente Zelaya regrese a Honduras, pero no así... hemos dicho que el retorno del presidente Zelaya debe ser pacífico''.
En un comunicado leído por la vicecanciller de facto Marta Alvarado, el gobierno hizo un ``llamado urgente a la Cruz Roja Internacional para que sean testigos de cómo se respetarán los derechos humanos en el momento que se ejecutado su arresto''.
La justicia hondureña emitió una orden de captura contra Zelaya por 18 delitos, entre ellos el de traición a la patria.
Zelaya esperaba reunirse con su esposa y sus hijos, que quedaron en Honduras, pero las fuerzas militares impedían el paso a la caravana en que la familia se dirigía hacia la frontera.
Las autoridades de facto decretaron ayer toque de queda a partir del mediodía en las zonas fronterizas de Honduras.