El G8 de L´Aquila dejó la sensación de oportunidad perdida en el cambio climático, a cinco meses de un acuerdo esperado en Copenhague, por la falta de compromisos a mediano plazo y pese a los progresos realizados en reducción de emisiones para el año 2050. Los líderes aprobaron un límite de 2°C como tope máximo de calentamiento y aceptaron reducir gases de efecto invernadero en un 80%. La UE pidió metas más concretas, en particular, que la reducción de emisiones tenga como referencia los niveles de 1990.
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