Un hombre cauto a la hora de hacer política, consolidó ayer sus posibilidades de ser candidato a Rosada en el 2011 por la oposición no peronista: el radical Julio Cobos.
Esta apreciación se formula sin desmedro de los sueños que en esa carrera se acunan en otras carpas de la política, como el de Hermes Binner. Lo concreto es que a minutos de iniciarse el escrutinio, Cobos sin ser candidato se disparó sin dificultades rumbo a la candidatura a presidente. En Mendoza fue el ariete del Frente Cívico Federal que se impuso al kirchnerismo por más del 14 % de los votos.
Cobos tiene algo amoratada la relación con el partido que lo llevó a la política: la UCR. Sin embargo, desde ayer es el radical mejor posicionado que tiene esa fuerza para aspirar a la Rosada desde poder propio.
Pero la de ayer fue una elección que jaqueó en mucho el esquema de poder con que llegó la oposición a las urnas. Veamos:
* El radicalismo. Como parte del Acuerdo Cívico y Social que conforma con Lilita Carrió y el Partido Socialista, mejoró sustancialmente su poder en el Parlamento. En ese espacio, es la segunda fuerza en un sitio en que el kirchnerismo ya no es mayoría absoluta.
* Pero desde la perspectiva de su presencia territorial, el radicalismo, en tanto socio del Acuerdo Cívico y Social, ratificó lo que la historia más inmediata le venía cantando: drástica pérdida de gravitación en las cunas en que el partido nació hace más de un siglo, Capital Federal y Provincia de Buenos Aires. En ambos escenarios, el Acuerdo Cívico y Social salió tercero y cómodo.
* Elisa Carrió, con su desopilante verbo a cuestas, sale del comicio con sus sueños de presidenta muy esmerilados.
En fin, una elección que ratificó una constante apasionante de la política argentina: en materia de poder, aquí, como en los toros, entre la gloria y la nada, no media precisamente nada.