Rostros surcados por una dura herida electoral se veían anoche en el Hotel Intercontinental, donde el kirchnerismo instaló sus oficinas para seguir el escrutinio de las elecciones de renovación legislativa.
Hacia las 24, en boca de punteros, operadores y funcionarios kirchneristas sólo había lugar para palabras tales como "estamos en el horno", "estamos complicados", otros se lamentaban por no haber hecho tal o cual acuerdo y otros con amargura decían a quienes los querían escuchar: "La tendencia es mala".
Ocurre que el oficialismo había depositado toda su fuerza económica y política en el distrito bonaerense y del resultado que allí se obtuviese dependía su futuro político, golpeado en el territorio vital del peronismo.
Atrás habían quedado los cánticos de la Juventud Peronista, que había copado el segundo subsuelo del hotel y comenzó a entonar estribillos triunfalistas para romper con el sosiego que había dominado el lugar desde temprano, cuando comenzaron a llegar los primeros periodistas, militantes y funcionarios del gobierno.
La melodía ´Compañero´, cuya letra y música es de Julián Mandriotti y Leandro ´El bebe´ Mauro, que se ejecutó desde que el oficialismo lanzó la campaña, en La Plata, fue el fondo con que se contagiaba de entusiasmo el lugar, pero apenas alguien mencionaba datos la desazón volvía a cundir en el territorio kirchnerista.
La marcha peronista atronaba, mientras candidatos y funcionarios buscaban datos oficiales de las elecciones que a esa hora todavía no se conocían, cuando ya habían pasado poco más de cinco horas del cierre de las votaciones.
En las cercanías del hotel se instalaron manifestantes de los partidos Humanista e Intransigente; de la agrupación La Cámpora; de la Juventud Peronista, entre otros sectores que militan en el oficialismo, que de a poco les comenzó a recorrer el frío, no tanto el que aportaba la brisa, sino provocado por lo números en contra que provenían de Buenos Aires.
Sin embargo, alrededor de las 21 los rostros de militantes, funcionarios de diferentes tendencias y jerarquías del oficialismo se iban tensando porque los datos que llegaban al oficialismo desde el distrito bonaerense les eran esquivos.
Otros trataban de levantar el ánimo y confiaban en los cómputos de distritos tradicionalmente peronistas como los comprendidos en el conurbano bonaerense, especialmente en La Matanza.
Cuando ya transcurría la primera hora del lunes, en el búnker kirchnerista se sucedían los encuentros entre la presidenta, su esposo y los ministros Massa y De Vido. Allí buscaban la forma en que comunicarían a sus seguidores lo que habían dicho las urnas algunas horas antes.
(DyN, Redacción Central)