| Estados Unidos no confía en Irán, pero Teherán tampoco toma en serio la preocupación estadounidense por la represión de las marchas opositoras por las denuncias de fraude en los comicios del pasado 12 de junio. La frase "lagrimas de cocodrilo" parece demostrar que Irán le ha perdido el respeto al presidente estadounidense, Barack Obama, quien al iniciar su mandato el pasado 20 de enero propuso un ambicioso diálogo al país persa, cuyo desarrollo nuclear preocupa tanto a Israel como a Occidente. Ahora, el gobierno de Ahmadinejad no sólo lo compara a Obama con el polémico ex presidente George W. Bush, sino que cree que Washington exagera su preocupación por las protestas que causaron la muerte de unos 26 manifestantes que apoyaban al derrotado ex primer ministro Mir Hossein Mousavi, entre ellas la joven Neda Agha Soltan, y seis miembros de una milicia pro gubernamental. La reelección del presidente Ahmadinejad, lograda según el gobierno iraní por el 63% de los votos contra el 34% del reformista Mousavi, reavivó el resentimiento que ya sufrían ambos países tras la ruptura de relaciones luego de la Revolución Iraní de 1979. Aunque Obama prometió continuar con los debates multilaterales con Irán, a raíz de su ambicioso programa nuclear, junto al grupo de los Seis, formado por Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China y Alemania, la tirantez de las relaciones hace pensar que esa situación no ocurrirá en lo inmediato. "La mataron para que alguien como Obama pudiera derramar lágrimas de cocodrilo", dijo el influyente clérigo Ahmad Jatami, cercano al imán Ali Khamenei, quien pidió la ejecución de los líderes que encabezan las protestas. Tanto Ahmadinejad como Obama salieron a defender sus respectivas posiciones con respecto a la crisis que sufre Teherán, cuyo gobierno no sólo parece afrontar una inflación por encima del 20% anual, sino también la falta de credibilidad en la nuevas generaciones que ponen en duda los postulados de la revolución. "Si el pueblo no puede reivindicar sus derechos legítimos, el aumento de la frustración podría destruir los cimientos de cualquier gobierno", advirtió el ayatollah disidente Hossein Ali Montazeri. Es verdad que son sólo palabras que se lleva el viento. Pero ahora resta saber cuál será la actitud que adoptará Obama, quien al principio de la crisis mantuvo una actitud tibia con respecto a Irán, por lo que fue criticado por los republicanos quienes le pidieron "mano dura" contra Teherán. (Télam) | |