VIEDMA.- Más de 300 kilómetros de costa de mar están por ahora abandonados a su suerte y a merced de quienes se vean tentados por las enormes potencialidades de la zona. En febrero de este año, el gobernador Miguel Saiz instruyó a su gabinete para que piense acciones concretas que permitan el desarrollo integral y sustentable del litoral marítimo rionegrino. Este miércoles se espera que el ministro de Turismo, Omar Contreras, eleve al mandatario un proyecto en el que se plasmen algunas recomendaciones y propuestas para iniciar los estudios de explotación de esta valiosísima área natural.
Pero, a esta altura, el gobierno provincial corre en desventaja. Los privados que ostentan el dominio territorial en zonas costeras, -con actividades inmobiliarias o turísticas- dieron ya los primeros pasos.
Entre Viedma y San Antonio Oeste, a lo largo del camino de la Costa, hubo en los últimos años asentamientos que parecen estar conducidos a convertirse en ciudades, sin que el Estado ejecutara la mínima planificación. Se produjeron además ventas de campos a capitales italianos, franceses y alemanes, según afirman diversas fuentes, con intenciones de radicar countries o realizar loteos turísticos. Inversores locales también pusieron sus ojos y su dinero en esta valiosa área.
Al sur de Las Grutas, en tanto, la situación es todavía más compleja. Ya no solamente por el irresuelto conflicto de tierras entre el municipio y una familia de herederos de un antiguo poblador del lugar, que impide aún su desarrollo y su ordenamiento, sino también por nuevas situaciones producidas más allá de El Sótano.
Intervención judicial
Algunos propietarios de campos, con tierras cercanas al Fuerte Argentino, alambraron hasta la costa y la justicia debió habilitar a las empresas turísticas el paso por el camino costero que usaban los pulperos hace 70 años.
Más allá, 40 kilómetros antes de llegar a Playas Doradas, algunas de esas mismas agencias iniciaron excursiones a un área de extrema fragilidad: el complejo Islote Lobos.
Ese sitio, compuesto por tres islas, reúne centenares de especies marinas y una enorme variedad avifaunística, en la que se destaca la presencia de al menos dos mil parejas reproductoras de pingüinos, miles de gaviotines, garzas blancas, flamencos, ostreros y otras pintorescas aves de hábitos costeros. Una de las islas, además, es habitada por una población de lobos marinos.
Excursiones sin regular
Al sitio, ubicado a pocos metros de la costa, se accede caminando con marea baja. Hasta allí, a través de un campo cercano, fueron llevados este año varios turistas en el marco de excursiones que propuso una firma local de turismo.
Pero, a pesar de que ese complejo insular fue declarado intangible hasta que se haga su plan de manejo, el Estado todavía no concretó acciones que regulen su desarrollo ni tomó medidas que eviten los perjuicios.
La familia Bregante, propietaria del campo lindero a las islas, manifestó ante distintos organismos su interés por desarrollar turísticamente el lugar y es de esperar que este verano reafirme su explotación, mientras el gobierno sigue analizando con qué cartas juega en esta complicada mano, en la que -todo indica- ya no tiene el as de espadas.