Por GABRIEL RAFART
El tiempo del Cordobazo fue para un sindicalismo en transformación. También de disputas internas y fracturas.
Al promediar la Revolución Argentina dos CGT se disputaban la representación de la clase trabajadora organizada. Después de un frustrado congreso normalizador, en marzo de 1968 nacía la CGT de los Argentinos. La elección del gráfico Raimundo Ongaro fue rechazada por un grupo de líderes sindicales. Se retiraron del congreso e inmediatamente crearon otra CGT, la de Azopardo.
Los primeros se destacaron por la abierta oposición a la dictadura de Onganía. Mientras tanto, los rupturistas -conducidos por Augusto Timoteo Vandor- propusieron una cautelosa crítica que, de acuerdo con su primer posicionamiento y con los logros obtenidos, resultó en los hechos una frustrada colaboración con el gobierno militar. Aun así sus líderes habían sido ganados por el alma participacionista e integracionista, coincidiendo en la retórica corporativa del régimen de Onganía. Sin que por ello perdieran de vista la idea de un movimiento-partido, de corte laborista, conducido por los propios sindicatos. Este proyecto quería hacer regresar el tiempo histórico del primer laborismo de los meses de noviembre de 1945 a abril de 1946, que actualizado y, en las pretensiones de Vandor, apuntaba a una nueva construcción político-sindical de conducir a la clase trabajadora dentro de "peronismo sin Perón". A mediados de 1969 esas pretensiones ya no eran viables.
Si bien las dos CGT se distinguían por su posición frente a la dictadura -de rebeldía o colaboración- hubo otro grupo más reducido de sindicatos ganados por el pragmatismo. Éstos se mantuvieron expectantes, aunque no siempre pudieron sostener una actitud prescindente. A pesar de reconocerse parte del tronco peronista, fueron los menos interesados en integrarse a la lucha política.
Otro movimiento sindical nació en el contexto de una industrialización de nuevo tipo. Durante el tiempo de Frondizi se crearon nuevos establecimientos industriales en Córdoba y el gran Rosario, ligados a los sectores automotriz, siderúrgico y petroquímico. Junto a las nuevas industrias nacía una clase trabajadora diferente, con escasos lazos con las anteriores tradiciones identitarias. Además, en sus fábricas se desarrolló una innovación de acuerdo con las formas organizativas vigentes: la creación de sindicatos por empresa. Desde esos trabajadores organizados se produjo un doble desafío, tanto para el gobierno como para los líderes gremiales. El llamado sindicalismo de base hacía su irrupción.
Un mundo gremial dividido, debilitado por la política represiva pero en transformación, permitió que los tres primeros años de la Revolución Argentina fueran de relativa paz social. Sin embargo, ésta no era otra que una paz "armada". Los hechos del Cordobazo y los movimientos que siguieron pusieron en su lugar el estado de la conflictividad de un país que se preparaba para otro escenario.