Por estos días escuchamos con cierta insistencia muchas voces que, ya sin tapujos, hablan abiertamente de regresar al pasado. Directamente.
Y la historia parece volver a 35 ó 36 años atrás.
Quien estas líneas escribe por esa época tenía 9, 10 años, y era muy curioso de todas las cosas que pasaban. Escuchaba mucho la radio y leía los diarios que de Buenos Aires llegaban algunos días después del de edición a mi natal Bahía Blanca.
Recuerdo las expectativas que me generaba escuchar las medidas que tomaba, y que yo obviamente no entendía mucho, el gobierno nacional. Recuerdo el día de la muerte de Perón, la asunción de Isabel, la mención y centralidad en la política nacional de un personaje tan siniestro como López Rega, las quejas de la sociedad, las marchas de los sindicatos, las peleas entre ellos... y muchas veces escuchaba lo mismo que escucho hoy, alrededor de 35 años después. Frases como "Es por el bien de nuestras futuras generaciones", "No podemos seguir con este modelo" y un largo etcétera.
¡En 35 años ha habido tantos avances! Los diarios porteños que antes tardaba días en leer a 700 kilómetros de Buenos Aires hoy los leo en el acto, con una actualización de hace un minuto; la radio se escucha por internet... en fin, lo que todos conocemos. Y, sin embargo, la nostalgia tanguera argentina y el gataflorismo de individuos y sectores siguen siendo los mismos que hace tantos años.
El día en que pensemos un poco más como Nación y no como generadores y destinatarios únicos de nuestro propio beneficio y bienestar egoísta, posiblemente empecemos a cambiar y a ver otros resultados.
Todos decimos o escuchamos frases como las mencionadas. Sin embargo, las acciones van tan a contramano de lo dicho... las reglas de convivencia y otras "intrascendentes" que nos beneficiarían colectivamente son pisoteadas por cada uno de nosotros constantemente. Y después queremos otros resultados.
La queja por los políticos que hemos sabido conseguir y consagrar es enorme pero, si se puede sacar provecho de ello, no importa si es del mismo color político o no; allí se recurre para lograr no pagar una multa de tránsito, para construir algo sin el permiso y la habilitación correspondientes, para anotar a un hijo en determinada escuela por conveniencia o para lograr una beca, en fin... lo que todos conocemos, y dale que va.
Gracias a Dios y a la naturaleza tenemos una tierra tan generosa que si tiramos una semilla de lo que sea produce y se puede, a partir de esa semillita, subsistir dignamente. Y como si eso fuera poco, el argentino medio se las arregla para subsistir como sea y a todo le encuentra la vuelta... ¿será que eso nos ha hecho mal? Algo que debería ser usado para bien lo hemos utilizado egoístamente, y en medio de todo esto, donde pareciera no tener nada que ver con nada, ¿qué haremos con nuestro modo de vida democrático?
Por estos días en muchas radios y por distintos medios se escucha que hay gente que extraña las botas, que quiere ir a golpear la puerta de los cuarteles, que vuelva el servicio militar obligatorio, que... etcétera, etcétera, etcétera. ¿Y la democracia? Claro, nuestra cholulez y nuestra falta de madurez individual y colectiva como Nación lo explican todo. Así somos y parece que así seremos por siempre, lamentablemente.
De todas formas, estas líneas intentan ser un llamado a despertarnos de una vez por todas y madurar como sociedad, a tomar un poco de fuerzas y esperanzas y vislumbrar la gran nación con que soñaron nuestros padres, nuestros abuelos y muchos otros para estas generaciones y las venideras.
Que los políticos maduren dependerá de que nosotros como sociedad maduremos antes y sepamos vivir en democracia, participando, curioseando, preguntando. Ojalá como ciudadanos pensemos en esto y actuemos en consecuencia. Nunca es tarde.
Bernardo Milipán, DNI 16.574.445 - Neuquén