BAKUBA, Irak (DPA/AP).- Al menos 88 personas murieron ayer en dos atentados con explosivos en Irak, horas después de que las fuerzas iraquíes detuvieran al presunto líder de la red radical islámica Al Qaeda en el país del Golfo (ver aparte).
La cifra de fallecimientos sigue a una serie de atentados este mes de los que se responsabiliza a insurgentes sunnitas, y evidenció posibles puntos débiles en la seguridad a medida que cada vez más las fuerzas iraquíes asumen el papel principal en la protección de Bagdad y otras áreas cruciales en los alrededores de la capital.
En la peor serie de atentados en Irak desde hace más de un año, al menos 52 peregrinos murieron ayer en la provincia de Diyala después de que un hombre se hiciera volar por los aires en un restaurante, mientras que otro atacante suicida mató a otras 34 personas en el centro de Bagdad. Unas 68 personas resultaron heridas en el restaurante cercano a la localidad de Chanakin, según informó la policía.
Entre las víctimas hay varios peregrinos chiítas procedentes de Irán, que viajaban en autobuses para visitar los lugares sagrados chiítas en Karbala y Nayaf.
La agencia de noticias Buratha News informó incluso de 68 muertos en el restaurante. Según testigos, el atacante llevaba además de su cinturón cargado de explosivos varias bolsas con piezas de metal, para ocasionar un mayor número de víctimas.
En Bagdad, 34 personas murieron y otras 57 resultaron heridas después de que un atacante suicida hiciera detonar un cinturón de explosivos sujeto a su cuerpo en un lugar céntrico de la ciudad. El atacante se hizo detonar alrededor del mediodía en momentos en que la policía distribuía paquetes de alimentos del brazo iraquí de la Media Luna Roja en el vecindario central de Karradah, un área donde muchas tiendas, restaurantes y centros nocturnos han reabierto sus puertas en meses recientes después que disminuyó la violencia.
Las víctimas son policías y personas necesitadas .
Los ataques insurgentes aún están muy lejos de la escala que alcanzó la violencia en los últimos años, pero ha socavado la confianza en torno a los avances en la seguridad de Irak, que se pensaba ya eran más sólidos.
Los dos atentados transmitieron dos mensajes distintos.
La masacre en Bagdad mostró que los insurgentes aún tienen la capacidad de golpear el centro de la capital. El restaurante devastado en la provincia de Diyala (norte), recordó que el área sigue siendo un bastión insurgente a pesar de la ofensiva encabezada por las fuerzas estadounidenses.